DANIEL OVIEDO
Entro a la sala de partos y mi corazón se encoge al verla sufrir de esa manera. Agarra mi mano y la aprieta con fuerza. Junto mi frente con la suya y con la cara llena de lágrimas grita.
-No puede ser.
-¿Doctora, que sucede?
-Dios mio. –La miro.
-¿Qué pasa?
-Necesito que empujes con todas tus fuerzas. 1, 2, 3 ¡ahora!
Ella sigue empujando, entre gritos y lágrimas. Minutos después el llanto de un hermoso niño resuena por toda la sala. Corto el cordón umbilical y beso la frente de mi hijo. La Doctora se alarma y una enferma coge al niño. Ella se queja, quiere ver a su hijo.
-¿Por qué se llevan a mi hijo?
-Necesito que reunas fuerzas y empujes.
-¿Qué? ¿Por qué?
-No salió en ninguna de las ecografías.
Yovana grita y empuja con fuerza. La Doctora le pide que empuje, pero ella no puede más. Beso su frente y ella me mira, en sus ojos veo el miedo. Coge aire y empuja mientras grita. Suelta mi mano y el llanto de una niña resuena. Aun sin creerlo sonrío y tras cortar el cordón umbilical la cojo en brazos.
-No puedo creerlo.
-Enhorabuena a los dos.
-¿Es una niña? –Asiento.
-Me acabas de hacer el hombre más feliz del universo. –Sonrío.
Beso su frente y ella cierra los ojos. La máquina comienza a pitar y la enfermera coge a la niña. Me piden que salga pero no quiero y me resisto. Finalmente salgo y me encamino hacia la sala donde están nuestros familiares y amigos. Al verme todos sonríen y se acercan.
-¿Qué es?
-Es una niña, seguro. -Sonríe Zaira.
-Que no, que es un niño. -Ríe mi madre.
-Bueno dejarlo que hable y sabremos que es. -Interviene mi suegra.
-Ambas. -Respondo.
-¿Que dijiste? -Me mira mi suegro.
-Fueron dos, un niño y una niña.
-¡Enhorabuena! –Me abraza mi hermano.
-¿Cómo esta mi hermana?
Les cuento lo sucedido en la sala de partos. Trato de estar tranquilo pero no puedo y acabo dándole vueltas a la sala con el fin de no entrar a la sala de partos. Una enfermera se acerca y pregunta por mi. La sigo hasta la zona de maternidad. Sonrío al ver a mis hijos en sus cunas. Aitana y Stefan Oviedo.
-Mami se muere por veros.
-¿Quieres cargarlos?
-Es que me da miedo. Se ven muy frágiles. –Confieso.
-Es normal, acaban de nacer.
-¿Y si se me caen? –Niega.
-Tranquilo, eso no pasará.
-Me encantan sus manitas.
-Son muy hermosos.
-Salieron a su madre.
Al final acabo cargandolos y ella me deja solo. Primero cojo ha Stefan y luego ha mi pequeña Aitana. Les hablo de su mamá, los beso y finamente les canto muy bajito. Cierran los ojos y la enfermara se acerca. Me despido y voy con los demás. Al llegar un dolor me inunda al pecho y me acerco. Todos lloran desconsolados y niego.
-Hermano, lo siento. –Me abraza.
-¿El que sientes? –Los miro.
-Los médicos hicieron todo lo posible.
-¿Qué estáis diciendo? –Frunzo el ceño.
-Yovana acaba de morir. –Solloza.
Niego y ellos se acercan. Me aparto y grito. No puede ser. Ella no puede estar muerta. Mi hermano me abraza y cuando todos mi amigos se acercan me doy cuenta de que es cierto. El mundo se me viene a bajo solo de pensar que no volveré a verla, que ya no escucharé más su risa.
-Quiero verla.
-No se si sea lo más conveniente.
-Por favor, necesito despedirme de ella.
-Ven conmigo.
Paramos frente a la puerta de la habitación y ella tras darme un abrazo se marcha para que no la vea llorar. Suspiro y con el corazon cogido giro el pomo de la puerta y la abro. Entro y tras cerrar la puerta me acerco a su cama y agarro su mano.
-Tenía la esperanza de fuera una mala broma o solo un susto, pero no es así. Por lo visto la felicidad no esta echa para mi, cada vez que soy feliz algo sucede y todo vuelve a ser negro. Mi vida era un caos, hasta que tu llegaste. Antes solo pensaba en el fútbol y en las chicas con las que quería acostarme. Mi vida estaba vacía, pero cuando tu llegaste todo cambió. Me enseñaste a ver la vida de otra forma, aunque al principio no nos lleváramos bien y reconozco que la culpa fue mía, por ser tan idiota y tan creído. Juré que nunca más me iba a enamorar, pero llegaste tu y no pude cumplir ese juramento. Por favor te lo suplico abre los ojos, dime que todo esto es solo una pesadilla. Te necesito.
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Dos Almas Y Un ¡Te Odio! ©
Teen FictionYovana es una adolescente de dieciséis años, alegre y muy risueña. Sus padres se divorciaron hace unos años y ella se fue con su padre a Barcelona, mientras que su hermana gemela; Zaira, se quedó en Sevilla con su madre. Antes de marcharse a Barcel...