DANIEL OVIEDO
El Doctor sale dejándome a solas con mi familia. Mi madre me llena la cara de besos y mi hermano se ríe por lo bajo. Trato de sentarme y herida en mi abdomen me hace soltar un gruñido.
-No te muevas, tienes que descansar.
-¿Cómo esta ella? –Miro a mi gemelo.
-Afortunadamente la transfusión salió bien, pero tenemos que esperar 24 horas para saber si su cuerpo acepta o rechaza la sangre. --Explica Jesús.
-Quiero verla. –Ruego.
-Me temo que no va a ser posible.
-¿Por qué? Exijo verla.
-Ella no quiere verte.
-Necesito verla, solo así voy a poder estar tranquilo.
-Será mejor que descanses.
-Tu hermano tiene razón.
-¿Mis bebés? –Sonrío.
-Están con Nana, ella los está cuidando.
Asiento y les cuento como fue que sucedió el accidente, al menos lo que recuerdo. Íbamos muy rápido, discutíamos y en una curva cerrada el coche volcó y caímos por un barranco. Después todo se volvió negro y desperté en el hospital.
-Voy a por un café, la noche va a ser muy larga.
-¿Por qué no te vas a descansar? Yo estoy bien.
-No quiero dejarte solo.
-No estará solo, yo me quedo con el. Además no quiero irme, recuerda que Zaira y Yovana todavía están internada y hasta mañana no les dan el alta.
-¿Prometes avisarme si sucede algo?
-Lo prometo.
-Esta bien. Mañana temprano estoy aquí. Descansar y portaros bien.
-Si, mamá.
Besa mi frente, después la de mi hermano y se marcha. Conversamos sobre nuestras cosas, incluyendo a Yovana y Zaira. Una enfermera me trae la cena y miro hacia la ventana ya es de noche.
-¿De verdad pensabas irte con ella?
-Claro que no. Tenía un plan, pero al parecer ella también.
-Cuando te ví en esa camilla recordé la noche de tu accidente, ese en el que todos creíamos que estabas muerto. Pensé lo peor.
-Pero estoy aquí y no me voy a ir. Ahora necesito que me ayudes.
-¿Qué estás planeando? -Río y el pone los ojos en blanco.
Pasada la media noche mi gemelo entra en mi habitación y me ayuda a levantarme. Me guía hasta la habitación y entramos sin hacer ruido.
-¿Qué hace Zaira en esta habitación?
-¿No dijiste que estaban en habitaciones separadas?
-Si ya sabía yo que no os podíais estar quietos. –Ríe Zaira.
-¿Quieres matarnos?
-Ati no, pero a el si. -Me mira.
-Ven conmigo, te explicaré todo.
-No voy a dejarla sola con el.
-Sabes muy bien que nunca le haría daño.
-Comienzo a dudar que eso sea cierto.
Jesús se la lleva y me acerco hasta la camilla. La herida de mi abdomen se hace presente y suelto algún gemido de dolor. Quiero besarla, agarrar su mano pues podría despertarse en cualquier momento.
¿Qué demonios estás haciendo aquí?
-Señor, yo necesitaba verla.
-¡Sal de esta habitación inmediatamente!
-Lo siento, pero no voy a salir.
-Te ibas a marchar con otra, tanto no la amabas
-No le voy a permitir que ponga el amor que siento por su hija en duda.
-Vete de aquí o te mando sacar.
Me niego a salir de la habitación. Su enfado es notable y por una parte lo entiendo. Quiere lo mejor oara su hija pero el no sabe nada, nadie sabe lo que realmente pasó.
-¿Daniel? –Me giro.
-Cariño. –Me acerco.
-Sal de aquí.
-¿Qué? –La miro.
-Tu elijes, pequeña. ¿Lo mando sacar o quieres escucharlo?
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Dos Almas Y Un ¡Te Odio! ©
Novela JuvenilYovana es una adolescente de dieciséis años, alegre y muy risueña. Sus padres se divorciaron hace unos años y ella se fue con su padre a Barcelona, mientras que su hermana gemela; Zaira, se quedó en Sevilla con su madre. Antes de marcharse a Barcel...