Capítulo-51: "Los voy a matar"

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DANIEL OVIEDO

El médico me entrega los papeles del alta voluntaria y una enfermera me ayuda a ponerme el cabestrillo. Cuando todo esta arreglado salen y miro a mi madre, que esta parada junto a la ventana. Mi hermano esta fuera con Zaira y su familia.

-Mamá, lo siento.

-No tienes que disculparte. Tu no tienes la culpa de nada. Tarde o temprano estoy iba a pasar.

-¿Tu sabías de lo sucedido entre la madre de Yovana y papá? –Asiento.

-Nos engañó a todos, supo como hacerlo.

-Cuando llegué y lo ví sobre ella te juro que no pensé en nada más que salvarla.

-Lo que tu padre hizo no estuvo bien y tendrá su castigo.

-Me tiene miedo, no quiso que me acercara a ella.

-Trata de entenderla, estaba asustada es normal. Quien sabe que cosas horribles habrá vivido estos días

-Vayamos fuera. Necesito saber como esta. –Asiente.

Al vernos mi hermano corre hacia donde estoy y con cuidado de no darme en el brazo me abraza. Zaira se acerca y me pregunta por la herida de bala que recibí, afortunadamente no fue nada grave. Nos sentamos a esperas de que algún medición salga.

-¿Por qué tardan tanto?

-Son muchas las cosas que deben hacerle. No se como es que sigue viva después de todo lo que le han echo esos miserables.

-Lo mejor es que no te mortifiques con eso. Lo importante es que esta con nosotros, viva y que se va a recuperar.
-Asiento, Jesús tiene razóm.

-Dios te escuche. Sin ella no sería capa de seguir viviendo. –Solloza Zaira.

El padre de Yovana se acerca junto a varios policías y el comandante. Jesús y yo debemos ir a la comisaría para presentar nuestra declaración. Mi madre le explica la situación y accede pero debemos ir en cuanto podamos. Dos horas después el médico sale y todos nos levantamos.

-¿Familiares de la joven Yovana Montecarlo? –Sus padres asienten.

-¿Cómo está mi hija? --Pregunta la Señora Montecarlo.

-No le voy a mentir, el estado de su hija es crítico. Ni si quiera se como es que sigue viva.

-EL comandante quieres hablar con usted. Necesita algunos informes médicos. -Explica el Señor Montecarlo.

-En cuanto ella despierte la llevaremos con el ginecólogo para que la revise y asi saber si hubo violación o no.

-Mejor que sea una mujer. -Pide mi suegra.

-Ha perdido mucha sangre. Tiene las dos costillas fracturadas, pero sanarán. El cuerpo cubierto de heridas infectadas, y moratones. El labio inferior y una ceja partida. En el abdomen tiene un enorme hematoma. Ya solo nos queda esperar que despierte para ver que dictamina el informe de la ginecóloga y lo que nos pueda aportar la paciente.

-Los voy a matar, juro que los voy a matar. –Murmuro.

Mi hermano se acerca a mi y me aparto. Ignoro los gritos de todos y salgo del hospital. Me siento en las escaleras y agacho la cabeza. Zaira se sienta a mi lado y miro al frente.

-Debes ser fuerte, por ti y por ella.

-Lo sé, pero es que todo esto me recuerda alo que sucedió. –Asiente.

-Ami tambien. Pero esto es mucho peor, no entiendo como han podido hacer semejante salvajada.

-Solo quería matarlo, te lo juro. Debí apretar el gatillo y matarlo. Quería abusar de ella, casi lo consigue.

-Pero llegaste a tiempo.

-Tal vez la salvé de el, pero no se que le habrán echo los demás.

-Ahora mas que nunca nos necesita, juntos y unidos. –Asiento.

Todo esta situación me supera. Lágrimas salen sin que pueda evitarlo y ella me abraza. Mi hermano se acerca y me aparto. Me seco las lágrimas y entro de nuevo. Por mi lado pasa una camilla y sobre ella va Sergio, con varias heridas de bala. Le pregunto a una enfermera y me dice que no hay esperanzas para el.

-Jamás le he deseado la muerte a nadie, pero ati desde luego no quiero verte vivo. Si vives te haré pagar con creces todo lo que le habéis echo.

Dos Almas Y Un ¡Te Odio! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora