Capítulo-69: "Ya en casa"

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DANIEL OVIEDO

Apoyo las manos sobre el lava-manos y miro mi reflejo en el espejo.  Bufo y salgo del baño. Cojo ropa de mi armario y me visto. Mi hermano entra como siempre, sin llamar.

-¿Listo?

-Si.

-El velorio será esta noche en casa de los Montecarlo.

-De acuerdo. –Me siento en la cama.

-¿Quiere que hablemos?

-No hay nada de que hablar. Ella ya no está y jamás va a regresar.

-Daría lo que fuera por decirte que estás equivocado. –Murmura.

-¿Dijiste algo? –Niega.

-Vamos o se nos hará tarde para ir por tus hijos.

Lo sigo y subimos al auto junto a nuestra madre. Llegamos al hospital y subimos hasta maternidad. Allí están la Doctora y una enfermera. Firmo el alta de los niños y cargo a la pequeña Aitana, mi madre coge a Stephan ya que a Jesús le da miedo. Volvemos al coche, dejamos a los niños en su canasto y me monto detrás con ellos.

-Son hermosos. -Me dice mi madre y asiento.

-Se ven tan frágiles. Me da miedo, ¿si les hago daño? –Confieso.

-Yo te voy a ayudar, también Nana y sus otros abuelos. Todos vamos a cuidar de ellos.

-Ami me siguen dando miedo. Mira que si han salido con el carácter de Dani. –Ríe.

-Han salido a su madre, son hermosos y muy tranquilos.

-Habrá que pintar la habitación de otro color, ya no podrá ser azul.

-Va a ser de  dos colores. Una mitad azul cielo y la otra será rosa pastel. Cada uno tendrá su cunita, sus juguetes y todo lo que necesiten.

-Ya hablas como todo un papá.

Llegamos a casa y subimos a los niños a mi cuarto. Los dejo sobre mi cama, en el centro. Coloco cojines alrededor de ellos y en el suelo, mira que si se caen podrían lastimarse. Los dejo dormidos y voy al cuarto de ellos. Los pintores ya están trabajando. Bajo al salón y sonrío al ver que todo esta lleno de cosas para mis bebés, sus cunitas, carros, sillas para el coche,  juguetes...etc.

-Jesús.

-Dime. –Sale con un sándwich.

-¿Es que no tienes fin? –Niega.

-¿Esto es un salón o bebélandía?

-Anda deja y ayudame a subir las cunas.

-¿Dónde las vas a poner?

-En mi cuarto. Una vez esté lista la habitación lo colocaré todo.

-Yo les llevaré algo de beber a los pintores.

Mientras ella se marcha a la cocina subimos las cunas a mi cuarto. Dos horas después los niños se despiertan y exigen su comida. Jesús sigue montando la cuna de Stephan y yo bajo a preparar dos biberones. Llaman a la puerta y abro, es Zaira.

-Hola. –Besa mi mejilla.

-Hola. Pasa estamos montando las cunas.

-¿Ya están los bebés aquí?

-Fuimos a recogerlos ésta mañana, pasa. –Voy a la cocina.

-¿Sabes como prepararlos?

-Si. Yovana me enseñó muchas cosas, más que nada para que no me escaqueara. Además tengo primos pequeños.

-Estás echo un padrazo. –Sonríe.

Preparo los biberones y tras comprobar que tienen la temperatura adecuada subimos a mi cuarto. Ella se acerca y besa a los bebés. Se sienta en la cama y carga a Stephan, me mira y le tiendo su biberón. Yo cargo a la pequeña y le doy de comer. Miro a mi hermano y ríe.

-¿Por qué no pediste que te las montaran?

-Te recuerdo que estaban montadas, pero en casa de Yovana.

-¿Por qué no les hiciste una habitación aquí antes?

-Yovana dejó muy claro que los niños no iban a dormir fuera de su casa, al menos los tres primeros meses.

-¿Tres meses sin dormir con tus bebés? –Me mira.

-¿Quién dijo que yo no fuera a dormir con ellos?

Jesús ríe y termino de darle la comida a Aitana. Pongo la mano en su espalda y le doy unos leves golpecitos para que eche los gases. Después beso frente y le canto. Minutos después se duerme y la dejo nuevamente sobre mi cama.

-Mi hermana estaría muy orgullosa de ver lo buen padre que eres.

-Voy a ver como van los pintores, te encargo a los niños. Enseguida vuelvo.

Voy al cuarto de los bebés. Allí esta mi madre y sonrío. La habitación esta quedando tal y como quería, la mitad será para la niña y la otra mitad para el niño. Digamos que está dividida en dos partes, azul y rosa. Hablo con los pintores y después vuelvo a mi cuarto.

-¿Hay otra cuna?

YO: Si, pero se quedará en mi habitación hasta que los niños usen sus cunas.

-¿Para que quieres tres cunas?

-La rosa y la azul van en el cuarto de los bebés, son cunas individuales. La blanca va junto a la cama, para que el bebé no se caiga.

-Ser padre es muy estresante.

-Si ser padre de uno te estresa no te quiero imaginar con dos.

Mi gemelo abre los ojos y niega. Terminamos de montar las cunas y una hora después los pintores se marchan. Tras asegurarnos que los niños estan seguros bajamos a comer. Paseo el tenedor de un lado a otro y vuelvo a mi cuarto. Agarro el cuadro que hay en mi mesita de noche y suspiro.

-No se como voy ha hacer para vivir sin ti.  –Sollozo.

-¿Puedo pasar?

-Ya estás dentro ¿no?

-Se que no es fácil, pero tenemos que ser fuertes. –Agarra mi mano.

-Eso intento pero no puedo. Sin ella todo se me hace cuesta arriba.

-Te entiendo. Para mi tampoco es fácil hace unos meses que había recuperado a mi gemela y ahora la vida me la arrebata.

-¿Por qué tenía que pasar esto? Ella tendría que estar aquí, con nosotros. Sus bebés la necesitan, quieren a su madre y yo también.

-Tenemos que ser fuertes.

-No creo ser tan fuerte como para superar esto.

-Puedes con esto, yo se que si. Yo me marcho, Samuel vino a buscarme. Nos vemos esta noche.

-Recuerda; como alguno suelte algún comentario desagradable lo saco a golpes.

-No te preocupes, nadie dirá nada. Además solo estaremos los mas cercanos, yo tampoco quiero tener que aguantar las falsas palabras de nadie.

Se despide y baja. Desde la ventana observo como sube al auto. Minutos después sale mi gemelo, de forma misteriosa y frunzo el ceño. Le pido a mi madre que se quede vigilando a los niños y subo a mi coche. Sigo a mi gemelo hasta su destino, el cual me sorprende mucho más.

-¿Qué estarás haciendo en el mismo hospital donde Yovana dio a luz?

Dos Almas Y Un ¡Te Odio! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora