DANIEL OVIEDO
Apoyo las manos sobre el lava-manos y miro mi reflejo en el espejo. Bufo y salgo del baño. Cojo ropa de mi armario y me visto. Mi hermano entra como siempre, sin llamar.
-¿Listo?
-Si.
-El velorio será esta noche en casa de los Montecarlo.
-De acuerdo. –Me siento en la cama.
-¿Quiere que hablemos?
-No hay nada de que hablar. Ella ya no está y jamás va a regresar.
-Daría lo que fuera por decirte que estás equivocado. –Murmura.
-¿Dijiste algo? –Niega.
-Vamos o se nos hará tarde para ir por tus hijos.
Lo sigo y subimos al auto junto a nuestra madre. Llegamos al hospital y subimos hasta maternidad. Allí están la Doctora y una enfermera. Firmo el alta de los niños y cargo a la pequeña Aitana, mi madre coge a Stephan ya que a Jesús le da miedo. Volvemos al coche, dejamos a los niños en su canasto y me monto detrás con ellos.
-Son hermosos. -Me dice mi madre y asiento.
-Se ven tan frágiles. Me da miedo, ¿si les hago daño? –Confieso.
-Yo te voy a ayudar, también Nana y sus otros abuelos. Todos vamos a cuidar de ellos.
-Ami me siguen dando miedo. Mira que si han salido con el carácter de Dani. –Ríe.
-Han salido a su madre, son hermosos y muy tranquilos.
-Habrá que pintar la habitación de otro color, ya no podrá ser azul.
-Va a ser de dos colores. Una mitad azul cielo y la otra será rosa pastel. Cada uno tendrá su cunita, sus juguetes y todo lo que necesiten.
-Ya hablas como todo un papá.
Llegamos a casa y subimos a los niños a mi cuarto. Los dejo sobre mi cama, en el centro. Coloco cojines alrededor de ellos y en el suelo, mira que si se caen podrían lastimarse. Los dejo dormidos y voy al cuarto de ellos. Los pintores ya están trabajando. Bajo al salón y sonrío al ver que todo esta lleno de cosas para mis bebés, sus cunitas, carros, sillas para el coche, juguetes...etc.
-Jesús.
-Dime. –Sale con un sándwich.
-¿Es que no tienes fin? –Niega.
-¿Esto es un salón o bebélandía?
-Anda deja y ayudame a subir las cunas.
-¿Dónde las vas a poner?
-En mi cuarto. Una vez esté lista la habitación lo colocaré todo.
-Yo les llevaré algo de beber a los pintores.
Mientras ella se marcha a la cocina subimos las cunas a mi cuarto. Dos horas después los niños se despiertan y exigen su comida. Jesús sigue montando la cuna de Stephan y yo bajo a preparar dos biberones. Llaman a la puerta y abro, es Zaira.
-Hola. –Besa mi mejilla.
-Hola. Pasa estamos montando las cunas.
-¿Ya están los bebés aquí?
-Fuimos a recogerlos ésta mañana, pasa. –Voy a la cocina.
-¿Sabes como prepararlos?
-Si. Yovana me enseñó muchas cosas, más que nada para que no me escaqueara. Además tengo primos pequeños.
-Estás echo un padrazo. –Sonríe.
Preparo los biberones y tras comprobar que tienen la temperatura adecuada subimos a mi cuarto. Ella se acerca y besa a los bebés. Se sienta en la cama y carga a Stephan, me mira y le tiendo su biberón. Yo cargo a la pequeña y le doy de comer. Miro a mi hermano y ríe.
-¿Por qué no pediste que te las montaran?
-Te recuerdo que estaban montadas, pero en casa de Yovana.
-¿Por qué no les hiciste una habitación aquí antes?
-Yovana dejó muy claro que los niños no iban a dormir fuera de su casa, al menos los tres primeros meses.
-¿Tres meses sin dormir con tus bebés? –Me mira.
-¿Quién dijo que yo no fuera a dormir con ellos?
Jesús ríe y termino de darle la comida a Aitana. Pongo la mano en su espalda y le doy unos leves golpecitos para que eche los gases. Después beso frente y le canto. Minutos después se duerme y la dejo nuevamente sobre mi cama.
-Mi hermana estaría muy orgullosa de ver lo buen padre que eres.
-Voy a ver como van los pintores, te encargo a los niños. Enseguida vuelvo.
Voy al cuarto de los bebés. Allí esta mi madre y sonrío. La habitación esta quedando tal y como quería, la mitad será para la niña y la otra mitad para el niño. Digamos que está dividida en dos partes, azul y rosa. Hablo con los pintores y después vuelvo a mi cuarto.
-¿Hay otra cuna?
YO: Si, pero se quedará en mi habitación hasta que los niños usen sus cunas.
-¿Para que quieres tres cunas?
-La rosa y la azul van en el cuarto de los bebés, son cunas individuales. La blanca va junto a la cama, para que el bebé no se caiga.
-Ser padre es muy estresante.
-Si ser padre de uno te estresa no te quiero imaginar con dos.
Mi gemelo abre los ojos y niega. Terminamos de montar las cunas y una hora después los pintores se marchan. Tras asegurarnos que los niños estan seguros bajamos a comer. Paseo el tenedor de un lado a otro y vuelvo a mi cuarto. Agarro el cuadro que hay en mi mesita de noche y suspiro.
-No se como voy ha hacer para vivir sin ti. –Sollozo.
-¿Puedo pasar?
-Ya estás dentro ¿no?
-Se que no es fácil, pero tenemos que ser fuertes. –Agarra mi mano.
-Eso intento pero no puedo. Sin ella todo se me hace cuesta arriba.
-Te entiendo. Para mi tampoco es fácil hace unos meses que había recuperado a mi gemela y ahora la vida me la arrebata.
-¿Por qué tenía que pasar esto? Ella tendría que estar aquí, con nosotros. Sus bebés la necesitan, quieren a su madre y yo también.
-Tenemos que ser fuertes.
-No creo ser tan fuerte como para superar esto.
-Puedes con esto, yo se que si. Yo me marcho, Samuel vino a buscarme. Nos vemos esta noche.
-Recuerda; como alguno suelte algún comentario desagradable lo saco a golpes.
-No te preocupes, nadie dirá nada. Además solo estaremos los mas cercanos, yo tampoco quiero tener que aguantar las falsas palabras de nadie.
Se despide y baja. Desde la ventana observo como sube al auto. Minutos después sale mi gemelo, de forma misteriosa y frunzo el ceño. Le pido a mi madre que se quede vigilando a los niños y subo a mi coche. Sigo a mi gemelo hasta su destino, el cual me sorprende mucho más.
-¿Qué estarás haciendo en el mismo hospital donde Yovana dio a luz?
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Dos Almas Y Un ¡Te Odio! ©
Teen FictionYovana es una adolescente de dieciséis años, alegre y muy risueña. Sus padres se divorciaron hace unos años y ella se fue con su padre a Barcelona, mientras que su hermana gemela; Zaira, se quedó en Sevilla con su madre. Antes de marcharse a Barcel...