Capítulo-84: "Castigos y confesiones"

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DANIEL OVIEDO

Llevo una mano a la zona baja de su espalda mientras mis labios comienzan una guerra con los suyos. Echa la cabeza hacia atrás y acaricio lentamente su cuello con la punta de mi nariz. Ella jadea y gime cada vez que nuestros sexos rozan. Beso su abdomen y enreda sus manos en mi pelo.

-No me tortures más. -Ruega.

-Esto es solo el principio.

-No se si podré aguantar.

-Lo harás. Acuéstate y pon la manos encima de tu cabeza, así en cruz.

-¿Qué? -Ríe y sonrío.

-No vas a tocarme hasta que to te lo permita, si lo haces te castigaré.

-De acuerdo. –Gime.

Me subo sobre ella, sin dejar peso. Lleva sus manos a mi espalda y gruño amarrandolas por encima de su cabeza. Alza sus caderas tratando de pegar su intimidad a la mia pero la esquivo, haciendo que me bese con tanta intensidad y tanto deseo que me deja sin aliento. Beso sus labios, su cuello y su abdomen mientras mis manos acarician sus muslos enredados en mi cadera. Sus ojos muestras lujuria, deseo, quiere la haga mia.

-No aguanto más.

-Solo un poco más.

-¿Estas disfrutando mucho verdad?

-Esto es lo que sentía yo cada vez que me provocabas.

-Déjame tocarte. –Suplica.

-Te dije que no podías tocarme hasta que lo permitiera y lo has echo, voy a tener que castigarte.

Me siento en el borde de la cama y ella se acuesta boca abajo sobre mi regazo. Nuestros sexos chocan y acarico su trasero para dar un cachete. Ella ríe y me pide más, vuelve a tocarme y repito la acción. Se levanta, agarra uno de sus pañuelos de seda y se sienta sobre mi. Amarra mis manos y las deja sobre mi cabeza. Muerde mi labio y tira de el. Quiero tocarla pero me lo impide.

-No vas a tocar hasta que yo te lo permita. –Me imita.

-¿Ahora mandas tu?

-Ahora mando yo –Afirma y silbo.

-Veamos que sabes hacer.

Acaricia mi abdomen con sus dedos, lento y seguido de varios besos. Sube hasta mi cuello el cual besa y muerde mientras mi erección se hace más notable, si es que es eso posible. Mira mi sexo y ríe tocándolo.

-Después de 3 meses esta cosita va a dejar el banquillo.

-Pues que comience el partido.

-Has sido muy cruel ¿no crees?

-Solo un poco. –Agarra mi sexo.

-Mereces un castigo.

-Asumo las consecuencias.

Consigo soltarme y de un rápido movimiento me posiciono sobre ella. Paso mis manos por todo su cuerpo y la lleno de besos. Ella gime y enrreda sus manos en mi pelo tirando. Me levanto de la cama y ella me mira con deseo mientras saco un preservativo de la mesita. Me lo pongo y la penetro con fuerza. La beso para callar sus gritos o de lo contrario despertaremos a los niños.

-Más rápido. –Exige.

-Tus deseos son órdenes para mi.

-Daniel. –Grita.

-Escandalosa. –Río y beso cuello.

-Más fuerte. –Ruega.

-Rectifico lo que te dije antes, serán 2 semanas.

-Eso está por verse.

-No me provoques.

La embisto con fuerza varias veces más, nos dejamos llevar por el deseo y la pasión. Clava sus uñas en mis espalda y vuelvo a embestirla.  Llegamos al orgasmo y la acuesto sobre mi pecho. Beso su cabeza y sonrío al escuchar su respiración, todavía muy agitada.

-¿Y bien? –Acaricio su brazo.

-Como amante eres insuperable, ahora entiendo tantas cosas.

-¿Por ejemplo?

-El porque tenías locas a todas las niñas del instituto.

-Puedo tener locas a miles de chicas que solo me interesa tenerte loca a ti, cariño. –Beso sus labios y se sienta en mi cadera.

-¿Listo para la segunda ronda? –Alza una ceja y sonríe con un preservativo en la mano.

-Contigo siempre, muñeca. –Confieso con la voz ronca.

Dos Almas Y Un ¡Te Odio! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora