DANIEL OVIEDO
Apago la alarma y miro el despertador; 06:30. Me levanto de la cama y me doy una ducha para terminar de despertarme. Me pongo la ropa de deporte y me giro. Yovana duerme tranquilamente y no se como no se ha despertado con la alarma. Anoche se durmió tarde, debido a que nos pusimos a discutir. Voy al cuarto de los niños y les doy un beso a cada uno.
-Ten cuidado o los despertarás.
-¿Te desperté? –La sigo hasta la cocina.
-No, en media hora tenía que levantarme. –Prendo la cafetera.
-¿Quieres uno?
-No, mejor voy a ducharme. Tengo muchas que hacer hoy.
-Es Sábado.
-No eres el único que hace cosas un Sábado.
Se marcha a la habitación y suspiro. Me termino el café y salgo del apartamento. Si, así es, al final terminamos comprando un apartamento y no una casa. Las puertas del ascensor se abren y salgo.
-Buenos días, vecino.
-Buenos días, vecina. –Reímos.
-¿Vas a correr? –Asiento.
-Y por lo visto tu también.
-¿Te importa si te acompaño?
-Claro que no, vamos. Por cierto ¿cuándo me dirás tu nombre?
-Pronto.
Salimos a la calle y comenzamos a correr. Su cara se me hace conocida, pero no logro recordar de que o de donde. Paramos en un parque y nos sentamos en un banco. Miro el reloj de mi muñeca; 08:00. Entramos en una tienda y compramos dos botellas de agua. Volvemos caminando y al entrar al edifico veo a Zaira junto al ascensor.
-Miren a quién tenemos por aquí. ¿Cómo estás?
-He tenido mañanas mejores.
-¿Pasó algo con mi hermano?
-Jesús es un santo.
-Mira ella es mi vecina, no se como se llama.
-Encantada, yo soy Zaira, su cuñada por partida doble.
-¿Partida doble? –Ríe.
-Soy la hermana de su novia y la madrina de uno de sus hijos.
-¿Tienes niños?
-Si, son hermosos.
Entramos al ascensor y seguimos conversando. Ella vive en el segundo, nosotros en el tercero. Cuando llegamos a nuestra planta Zaira se encamina con prisa hacia la puerta. Al entrar ella va directa hacia el moises, que está junto a la rinconera. Mi chica sale de la cocina con dos biberones y saluda a su hermana.
-Pensé que tardarías más. –Me mira.
-Necesito una ducha urgentemente.
-No quería ser grosera pero si, la necesitas y ya. No se como tu vecina no te lo ha dicho.
-¿Vecina? ¿Qué vecina? –Nos mira.
-Pues la que ha subido con nosotros en el ascensor.
-Es una vecina que vive en el segundo, me la encontré cuando iba de salida y salimos a correr juntos ¿algo más que añadir al interrogatorio?
-¿Sabes que? Mejor ve y date esa ducha pero con agua bien helada haber si se te pasa la tontería. –Carga a Stephan.
-Yo me encargo de Aitana, que te veo muy liada.
Decido no decir nada más y voy directo a la ducha. Echo toda la ropa al cesto y me meto en la ducha. Escucho ruidos en el cuarto, seguro que es Yovana. Salgo de la ducha y cojo una toalla, la pongo alrededor de mi cadera. Mientras me seco el pelo salgo del baño. Zaira esta de pie frente.
-¿Qué haces en mi habitación?
-Tu y yo tenemos que hablar muy seriamente.
-¿Y no podías esperar a que saliera?
-No, porque no quiero que mi hermana sepa de esta conversación.
-Tendrá que ser en otro momento, tengo prisa.
-Si, mi hermana ya me contó y sinceramente no me lo creí hasta que hablé con Jesús.
-¿Por qué de pronto desconfias de mi?
-Porque te conozco lo suficiente como para saber cuando ocultas algo y ahora estas haciéndolo. Además esa chica. –La corto.
-¿Todo esto es por qué me viste llegar con ella?
-Solo te voy a decir una cosa y espero que te quede bien claro; si te atreves a lastimar a mi hermana te juro que lo vas a lamentar.
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Dos Almas Y Un ¡Te Odio! ©
Teen FictionYovana es una adolescente de dieciséis años, alegre y muy risueña. Sus padres se divorciaron hace unos años y ella se fue con su padre a Barcelona, mientras que su hermana gemela; Zaira, se quedó en Sevilla con su madre. Antes de marcharse a Barcel...