DANIEL OVIEDO
Salgo del baño con una toalla alrededor de la cadera y otra en la mano. Escucho ruidos en el salón y cierro los ojos fuertemente, ella está aquí. La puerta de la habitación se abre cuando me estoy poniendo un bóxer y ella se gira.
-No entiendo por que te giras.
-Estás desnudo.
-Ni que fuera la primera vez que me ves así.
-Haz el favor de vestirte.
-Listo, ya puedes darte la vuelta.
Hace lo que le digo y agarro la camiseta negra que he dejado sobre la cama. Observa todos y cada uno de mis movimientos. Me pongo el reloj y guardo mi cartera en el bolsillo de mi pantalón.
-¿Ha dónde vas a ir?
-¿Verdaderamente te importa o solo quieres saber que tan lejos voy a estar de ti?
-Llevemos esto como adultos, por favor.
-Pasaré unos días con mi madre en lo que busco un piso al que mudarme.
-Estoy segura de que se pondrá muy contenta de tenerte allí.
-Siento decirte que te equivocas, mi madre no esta nada contenta. Estaría feliz de tenerme en casa si no fuera por que nuestra relación se terminó.
-¿Piensas irte ahora o mañana?
-Me iré mañana a primera hora, todavía tengo que arreglar un par de cosas, afortunadamente tengo unos días antes de volver a la Universidad.
-En un rato vendrán nuestros hermanos, van a traer a los niños.
-De acuerdo, así podré pasar el resto del día con ellos antes de irme.
-Sabes que los podrás ver siempre que quieras, son tus hijos también.
-Esos niños son el fruto del amor más puro y sincero que he sentido en toda mi vida.
-No me arrepiento de nada. Si tuviera que retroceder en el tiempo no cambiaría nada de nuestra historia.
-Fue tan bonito mientras duró que parece mentira que todo halla terminado.
-No podemos seguir hiriéndonos el uno al otro.
Llevo un mechón de pelo detrás de su oreja y ella deja escapar una sonrisa tímida. Beso su frente y un sollozo escapa de su boca. Coloco mis manos sobre sus mejillas y con mis dedos pulgares retiro las lágrimas que salen de sus ojos. No puedo apartar la mirada de ella y mi hermosa castaña de ojos claros sonríe, de esa manera que pone mi mundo del revés.
Mi corazón comienza a ir a un ritmo muy rápido, sus labios están tan cerca de los míos que puedo sentir como se rozan. Su respiración agitada chica con la mía y cierra los ojos durante unos segundos. Los abre y suspira mientas nuestros ojos están fijos en los del otro.
-Esto no esta bien.
-Si, rienes razón, esto no puede suceder. –Me aparto.
-Te dejo solo para que termines de empacar tus cosas. –Asiento y camina hacia la puerta
-Yovana, espera. –Agarro su muñeca.
-¿Qué haces? –Coloco mi nariz encima de la suya.
-Solo una vez, te juro que será la última.
-Si lo haces ya no habrá vuelta atrás, lo sabes bien.
-Me arriesgaré
Tiro de ella y pego su cuerpo al mío. Beso sus labios con un deseo que jamás había experimentado. Aprieto su cuerpo contra el mío y ella enreda sus manos en mi pelo. La agarro por detrás de los muslos y salta rodeando mis caderas con sus piernas. Ambos sabemos que esto no esta bien pero es lo que queremos.
-Te deseo, como nunca antes lo había echo.
-Daniel. –Gime mientras beso su cuello.
-Te juro que jamás había sentido por nadie lo que siento por ti. –Muerdo mi labio.
-Daniel. –Vuelve a gemir y la tumbo en la cama.
-No quiero alejarme de ti, ni de los niños, vosotros tres sois mi vida.
-No lo hagas, no te vayas. He sido una estúpida que no ha sabido darse cuenta del increíble hombre que tengo frente a mi. Te amo Daniel.
-¿Me estás diciendo que...?–Me corta.
-Te estoy diciendo que te amo, que sin ti no puedo vivir, que me tienes loca por cada uno de tus huesos y que como no me hagas tuya en este mismo instante vamos a tener serios problemas. –Murmura con una vos tan sexy que le arranco la camiseta.
-Tus deseos son órdenes para mi, muñeca. –Susurro en su oído.
Me deshago de su ropa y ella de la mía. Entre besos y caricias le hago el amor, dulce y lento, después duró y salvaje como a ella le gusta. Grita, gime y clava sus uñas en mi espalda. Terminamos agotados y ella se queda dormida sobre mi pecho. El timbre suena y me pongo unos bóxer y un pantalón. Abro la puerta y ella grita al verme.
-¿Dónde está mi hermana? –Grita y me empuja.
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Dos Almas Y Un ¡Te Odio! ©
Teen FictionYovana es una adolescente de dieciséis años, alegre y muy risueña. Sus padres se divorciaron hace unos años y ella se fue con su padre a Barcelona, mientras que su hermana gemela; Zaira, se quedó en Sevilla con su madre. Antes de marcharse a Barcel...