Capítulo-57: "Nuestro hijo"

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DANIEL OVIEDO

Yovana agacha la cabeza y Zaira mira hacia otro lado. Mi hermano me pide que me calme, pero eso es imposible. Todos salen y me quedo con ella. El silencio reina en la habitación y detengo a los pies de la cama. Mi morenita alza la cabeza y me cruzo de brazos.

-¿Por qué no me lo habías dicho? –La miro.

-Porque sabía que te ibas a poner así.

-¿Y acaso debería ponerme de otra manera? Los mismos que mataron a mi hijo son los mismos que te han echo daño.

-Lo sé. Pero tu dijiste que querías vengarte de ellos.

-Y lo haré, ahora mas que nunca.

-No lo hagas, por favor.

-¡Quiero matarlos! –Niega.

-Prométeme que no lo harás.

Suspiro y me siento junto a ella. Me abraza y dejo un beso en su frente. Ella se echa hacia atrás y me mira. Toca mi rostro y me pide que desista de mi idea, pero me levanto y me situo junto a la ventana. Mi brazo comienza a doler, pero no le doy importancia. Sus padres entran y yo salgo fuera. Zaira se acerca.

-Dime que no se pelearon.

-No, todo esta bien. Pero no esta de acuerdo con lo de la venganza.

-Respecto a eso, creo que deberías olvidarlo.

-¿Olvidarlo? Esos hombres te secuestraron y te golpearon hasta matar a nuestro hijo.

-Lo sé, yo también quiero salir corriendo y matarlos pero prefiero dejar que la justicia haga su trabajo.

-¿Creés que debería olvidarme de esa idea?

-Sería lo mejor. Van a pagar por lo de nuetro hijo, eso te lo juro. Pero dejemos que la justicia se encargue.

-Tal vez tengas razón. –Asiente.

Enrollo una toalla en mi cadera y con otra más pequeña me seco el pelo. Salgo del baño y me pongo los boxers. Mi móvil suena es un mensaje de Jesús, afortunadamente no es nada malo y termino de vestirme. Llaman al timbre y abro, es Sandra.

-¿Qué haces aquí?

-Me enteré que Yovana apareció y que esta en el hospital.

-Asi es, pero afortunadamente se está recuperando.

-También supe lo de tu brazo ¿como estás?

-Bien, no fue nada.

-Esta noche hay una fiesta ¿te apetecería ir conmigo?

-No puedo, voy a quedarme con Yovana hasta que salga del hospital.

-¿Acaso eres su niñero? Tiene a sus padres y a la estúpida de Zaira.

-No quiero ser grosero, asi que por favor vete de mi casa.

Escucho el motor de una moto, es Jesús. Al verla me mira y niego. El se queda con ella y yo subo. Cuando bajo Sandra ya se ha marchado y subimos a su moto. Llegamos al hospital y vemos salir a nuestra madre.

-Debiste quedarte en casa.

-Sabes que no puedo.

-Pasado mañana podrá volver a su casa, pero deberá estar en reposo.

-Quedan dos semanas de clase.

-Tendreis que presentaros a los examenes finales.

Subimos y desde fuera escuchamos el jaleo que hay en su habitación. Entramos y al instante sonrío al ver a todos nuestros amigos dentro. Todos están disuelto por la habitación. Hay varios ramos de rosas y algunas bolsas. Los saludo a todos y me acerco a ella. Beso su frente y ella me abraza. Todos se miran entre si y nosotros reímos. Le entrego la bolsita.

-Mejor ábrelo luego. –Le dijo al oído.

-¿Por qué? –Ríe.

-Es una tontería.

-Aún así ¿puedo abrirlo?

-Claro, es para ti. –Sonríe.

-Dani es precioso.

Ríe con el osito de peluche en sus manos. Los chicos hacen comentarios y ella los manda a callar. Comienza a llorar cuando abre la cajita y ve en su interior la pulsera que le regalé y que ella perdió. La ayudo a ponérsela y ríe jugando con la "D" que cuelga de ella.

-¿Y esto era una tontería?

-No sabía si te iba a gustar.

-Pero mira que eres bobo. –Ríe y me besa.

La Doctora entra y sonríe al verla tan animada. De un momento a otro se desmaya y la Doctora nos hace salir a todos de la habitación.

Dos Almas Y Un ¡Te Odio! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora