DANIEL OVIEDO
Yovana agacha la cabeza y Zaira mira hacia otro lado. Mi hermano me pide que me calme, pero eso es imposible. Todos salen y me quedo con ella. El silencio reina en la habitación y detengo a los pies de la cama. Mi morenita alza la cabeza y me cruzo de brazos.
-¿Por qué no me lo habías dicho? –La miro.
-Porque sabía que te ibas a poner así.
-¿Y acaso debería ponerme de otra manera? Los mismos que mataron a mi hijo son los mismos que te han echo daño.
-Lo sé. Pero tu dijiste que querías vengarte de ellos.
-Y lo haré, ahora mas que nunca.
-No lo hagas, por favor.
-¡Quiero matarlos! –Niega.
-Prométeme que no lo harás.
Suspiro y me siento junto a ella. Me abraza y dejo un beso en su frente. Ella se echa hacia atrás y me mira. Toca mi rostro y me pide que desista de mi idea, pero me levanto y me situo junto a la ventana. Mi brazo comienza a doler, pero no le doy importancia. Sus padres entran y yo salgo fuera. Zaira se acerca.
-Dime que no se pelearon.
-No, todo esta bien. Pero no esta de acuerdo con lo de la venganza.
-Respecto a eso, creo que deberías olvidarlo.
-¿Olvidarlo? Esos hombres te secuestraron y te golpearon hasta matar a nuestro hijo.
-Lo sé, yo también quiero salir corriendo y matarlos pero prefiero dejar que la justicia haga su trabajo.
-¿Creés que debería olvidarme de esa idea?
-Sería lo mejor. Van a pagar por lo de nuetro hijo, eso te lo juro. Pero dejemos que la justicia se encargue.
-Tal vez tengas razón. –Asiente.
Enrollo una toalla en mi cadera y con otra más pequeña me seco el pelo. Salgo del baño y me pongo los boxers. Mi móvil suena es un mensaje de Jesús, afortunadamente no es nada malo y termino de vestirme. Llaman al timbre y abro, es Sandra.
-¿Qué haces aquí?
-Me enteré que Yovana apareció y que esta en el hospital.
-Asi es, pero afortunadamente se está recuperando.
-También supe lo de tu brazo ¿como estás?
-Bien, no fue nada.
-Esta noche hay una fiesta ¿te apetecería ir conmigo?
-No puedo, voy a quedarme con Yovana hasta que salga del hospital.
-¿Acaso eres su niñero? Tiene a sus padres y a la estúpida de Zaira.
-No quiero ser grosero, asi que por favor vete de mi casa.
Escucho el motor de una moto, es Jesús. Al verla me mira y niego. El se queda con ella y yo subo. Cuando bajo Sandra ya se ha marchado y subimos a su moto. Llegamos al hospital y vemos salir a nuestra madre.
-Debiste quedarte en casa.
-Sabes que no puedo.
-Pasado mañana podrá volver a su casa, pero deberá estar en reposo.
-Quedan dos semanas de clase.
-Tendreis que presentaros a los examenes finales.
Subimos y desde fuera escuchamos el jaleo que hay en su habitación. Entramos y al instante sonrío al ver a todos nuestros amigos dentro. Todos están disuelto por la habitación. Hay varios ramos de rosas y algunas bolsas. Los saludo a todos y me acerco a ella. Beso su frente y ella me abraza. Todos se miran entre si y nosotros reímos. Le entrego la bolsita.
-Mejor ábrelo luego. –Le dijo al oído.
-¿Por qué? –Ríe.
-Es una tontería.
-Aún así ¿puedo abrirlo?
-Claro, es para ti. –Sonríe.
-Dani es precioso.
Ríe con el osito de peluche en sus manos. Los chicos hacen comentarios y ella los manda a callar. Comienza a llorar cuando abre la cajita y ve en su interior la pulsera que le regalé y que ella perdió. La ayudo a ponérsela y ríe jugando con la "D" que cuelga de ella.
-¿Y esto era una tontería?
-No sabía si te iba a gustar.
-Pero mira que eres bobo. –Ríe y me besa.
La Doctora entra y sonríe al verla tan animada. De un momento a otro se desmaya y la Doctora nos hace salir a todos de la habitación.
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Dos Almas Y Un ¡Te Odio! ©
Teen FictionYovana es una adolescente de dieciséis años, alegre y muy risueña. Sus padres se divorciaron hace unos años y ella se fue con su padre a Barcelona, mientras que su hermana gemela; Zaira, se quedó en Sevilla con su madre. Antes de marcharse a Barcel...