Yovana Montecarlo
Subimos al auto y el chófer pone rumbo al Instituto. Mi hermana se puso histérica cuando mamá le dijo que se veía muy mona con el uniforme puesto.
La verdad prefiero no decir nada al respecto, me gustan o más bien ya me he acostumbrado ha llevarlos. Paso todo el camino callada hasta que el auto se detiene.
—Estaré aquí a la salida. -Asentimos y él abre la puerta.
—No es necesario que lo hagas. -El asiente.
—Es mi trabajo señorita. -Asiento.
—Vamos, que todavía tienes que ir con el Director. -Tira de mi.
—Adiós. -Me despido y él sonríe.
Entramos en el enorme edificio, ya lleno de gente, pero aún así se ve que es enorme. Zaira tira de mi hasta el despacho del director y llama a la puerta, entramos y minutos después vamos a nuestra clase. Mi hermana llama a la puerta y la profesora levanta la vista.
—Zaira, llegas tarde. -Ella asiente tras las palabras de la profesora y entramos.
—Lo sé, estábamos en dirección. -La profesora me mira de pies a cabeza.
—Yovana ¿cierto? -Asiento.
—No nos castigará ¿verdad? -La mujer suspira y niega.
—Sentaros y sacar el material. Bienvenida Yovana. Soy la profesora de literatura.
Sonrío y Zaira me guía hasta su sitio, en el centro de la clase. Las mesas son de dos y me siento con ella. La profesora comienza ha explicar la materia señalada. Mi gemela suspira y se hecha a dormir.
Llaman a la puerta y un grupo de seis o siete chicos entran, entre ellos está Daniel Oviedo. Mi cuerpo comienza a temblar y mi respiración se agita cuando entra a la clase y la castaña a mi lado ríe.
—¿Cual es la excusa de hoy, jovencitos? –Ríe y se levanta.
—La verdad es que no tenemos excusa. -Eleva los hombros y niego.
—¡La culpa fue de Tyler! -Grita el rubio señalando a su amigo y él niega.
—¡Mentira! Es que Sergio se quedó dormido. -Le contesta y el nombrado niega lo que sus amigos dicen.
—¡Jordan se tardó en la ducha! -Se excusa Sergio y todos empiezan a gritar.
—¡Callaros! –Grita Jesús pero ninguno de ellos se calla.
La profesora cansada del escándalo los manda a callar. Les dice que se sienten en sus sitios y que no tendrán castigo. Ellos sonríe y puedo jurar que todo el género femenino de la clase está con la boca abierta ¿qué les pasa?
Dios mío, en que clase me metí. Ni que fueran helado de chocolate, con nubes de colores y lacasitos extras con gominolas. El timbre suena, la profesora se va y Zaira se despierta.
—¡Atención! Tenemos receso de una hora, el profesor de álgebra se puso enfermo y no vendrá hoy. -Anuncia un chico rubio.
—Por fin una buena noticia. -Ríe Daniel y su hermano se une.
—¡Partido! Todos a la cancha. -Grita Sergio después de mirar a sus amigos.
—Idiotas. -Susurra mi copia y río.
—¿Vamos fuera? -Asiente y salimos del aula.
Todos se dirigen a la cancha. Ahora que los pasillos están vacíos puedo apreciar mejor todo. Me detengo frente a una enorme cristalera y Zaira se para a mi lado.
Hay muchos trofeos, que de lejos se ven debido a su gran tamaño. Medallas por doquier y fotos de los equipos.
—Mira, esa medalla la gané yo, cuando estaba en el equipo femenino de baloncesto. –Sonrío y ella ríe.
—¿Y ese trofeo quién lo ganó? –Miro uno con forma de bota de fútbol.
—Lo ganó Jesús, fue el que más goles marcó esa temporada. -Asiento y sigo mirando la cantidad de trofeos.
—Vaya. -Susurro al ver el que está en lo más alto, el mas grande.
—Ese lo ganó Daniel, por su actitud y dedicación al equipo. No se puede negar que el idiota sabe jugar y que daría la vida por su equipo. -Sonrío y salimos al patio.
—¿Daniel es el capitán? -Niega.
—El capitán es Sergio y Daniel es el co-capitan. Ambos mandan lo mismo pero los chicos obedecen más a Daniel que a Sergio. -Ríe y vamos a la cancha.
Nos sentamos en el palco, el cual esta vacío ya que todos están en las gradas. Agradezco que la cancha sea cubierta, aunque hay una que no lo es.
Observo a los chicos jugar y son bastante buenos. Miro a mi hermana, tiene la vista fija en algo. No puede ser, le está mirando el trasero a Jesús.
—¡Zaira! -Da un salto y sale de su trance.
—¿Eh? -Río y niego.
—Le estabas mirando el trasero. -Ella niega.
—Juegan bien y no están mal. -Ríe y niego.
—Debe ser duro para Sergio que su equipo le haga más caso al co-capitán que a él. -Asiente.
—Más duro será cuando el entrenador le diga que ya no es el capitán, que fue destituido y que uno de los gemelos Oviedo es el nuevo capitán de los "Gladiadores" entonces será su fin.
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Dos Almas Y Un ¡Te Odio! ©
Teen FictionYovana es una adolescente de dieciséis años, alegre y muy risueña. Sus padres se divorciaron hace unos años y ella se fue con su padre a Barcelona, mientras que su hermana gemela; Zaira, se quedó en Sevilla con su madre. Antes de marcharse a Barcel...