Daniel Fernández
Suelto un bufido, debido a los gritos de mi madre para que me levante. Me acomodo mejor en mi cama y cierro los ojos de nuevo, por unos minutos no pasará nada. Escucho la puerta abrirse, pero no le doy importancia, hasta que un líquido totalmente helado cae sobre mi cara y veo a mi gemelo con un vaso en la mano. Cierro los puños con fuerza y tras levantarme de la cama corro detrás de él por toda la casa.
—¡Jesús, ven aquí! –Bufo y él sigue corriendo. —¡Maldita sea!
—Hijo, menos mal. Ya pensé que tendría que subir. –Niego con la cabeza.
—Tranquila mami –La mira riendo sin parar. —De eso ya me encargué yo.
—¿Acaso no había otra manera de hacerlo? –Él niega. —Me baño y bajo.
Subo las escaleras y entro a mi habitación. Observo mi cama, ahora algo mojada, debido al agua que mi queridísimo gemelo me tiró. Abro mi armario y saco un jean, una camiseta blanca y la cazadora negra de cuero. Dejo la ropa sobre el escritorio y entro en el baño para darme una ducha.
—¿Bro, viste mi reloj? –Entra al baño sin siquiera llamar a la puerta.
—Joder, ¿no ves que me estoy duchando? –Ríe y suspiro por lo idiota que se levantó.
—Lo veo, ¿recuerdas que hay una cortina? –Grita y escucho un vidrio romperse.
—¿Qué tiraste ahora? –Cierro el grifo y agarro la cortina.
—Nada, estoy voy ha ducharme. –Se marcha y salgo de la ducha.
—¡Rompiste mi colonia! –Grito agarrando la toalla. —Este niño no está bien.
—¡Bajar a desayunar! –Grita mamá desde la cocina.
Salgo del baño y me visto. Guardo la cartera y el móvil en los bolsillos de mis jeans. Cierro la puerta de mi cuarto y bajo las escaleras en busca de mi gemelo. Mi madre está sirviendo el desayuno, mientras que mi hermano tiene la vista fija en su teléfono. El teléfono de la sala suena y mi madre va ha contestar.
—Es Jordan, por el grupo. –Muerdo mi tostada. —Dice de quedar esta tarde, para ver los nuevos uniformes del equipo.
—Dile que sí, total tenemos que verlos antes de que los entrenamientos comiencen. -Asiente y le escribe.
—Listo. ¿Creés qué reorganicen el equipo? –Suspiro y me encojo de hombros.
—Eso fue lo que dijo el entrenador, la verdad no tengo idea. –Sigue con su móvil.
—Chicos, tengo que salir. Portaros bien. -Sonreímos y se ríe.
Mi madre besa nuestras mejillas y se marcha. Decido ir al salón y sentarme en el sofá. Agarro el mando y enciendo la televisión. Mi gemelo se sienta a mi lado, está callado y concentrado en su teléfono. Frunzo el ceño y el me enseña la pantalla de su teléfono, es una fotografía de Instagram.
—¿Quienes son? Hey, que te estoy hablando. Estas embobado. –Le doy una colleja y río.
—Zaira y Yovana Montecarlo. –Frunzo el ceño.
—Zaira es muy guapa e inteligente, no se puede negar. Oye, ¿quién es Yovana? –Pregunto y deja su teléfono a un lado.
—Es la hermana gemela de Zaira. Recuerda que cuando sus padres se divorciaron ella se fue con sus padre y Zaifa se quedó aquí. -Asiento y agarra su teléfono.
—¿Te gusta Zaira? –El muerde su labio y río. Le gusta.
—Tranquilo, no hace falta que me respondas. ¿Y qué hay de la otra, tienes fotos? –El asiente y me muestra su teléfono.
—No está nada mal. –Río y él me golpea.
—Como siempre, ¿cuándo vas a madurar? –Río por su comentario y el se une.
—Bueno se acabó hablar de las hermanas Montecarlo. ¿Jugamos a la play? –Asiente.
—Sabes que te voy a machacar. Soy el rey. –Pongo los ojos en blanco y le lanzo el mando.
El timbre suena y hecho la cabeza hacía atrás. Bufo y me levanto del sofá para abrir la puerta. Mis amigos pasan, y cada uno agarra un mando para unirse a la partida.
—¿Qué clase de amigos sois? –Frunzo el ceño y Jordan se sienta en el suelo.
—¿Puedes explicarte? –Me siento en el sofá.
—¿Por qué no nos habíais dicho que volvía la pequeña de las Montecarlo? Que falta de comunicación. –Pregunta Francisco, mi gemelo me mira y me encojo de hombros.
—Por ahí hemos escuchado que Yovana vuelve esta noche. –Comenta Cameron.
—Ojalá y que vaya a nuestro Instituto, eso sería... –Comenta Calum y Mario lo golpea.
—¿Sería lo más lógico no? Si hermana está en el. -Intervengo y se miran.
—¿Se imaginan si cae en nuestra clase? –Suelta Tyler y mi hermano lo mira mal.
—Bueno, pues nada. ¿Qué les parece si salimos tomar algo? –Sugiere Jordan.
—En honor las gemelitas. Sin duda van a dar mucho de que hablar este curso. –Comento y ellos asienten.
Dicho y hecho salimos de casa. Hablamos de todo y de nada. Jordan y Tyler van peleándose el uno con el otro de broma. Calum se mete por medio y acaba en el suelo, Mario salta sobre el y Grancisco lo levanta. Mi hermano acaba entre los dos primeros y en cuestión de segundos acaba en el suelo, con una chica sobre el.
—¡Pero mira por donde caminas idiota! –Grita la morena poniendose en pie.
—Mirar a quien tenemos por aquí. Que coincidencia. –Dice mi gemelo riendo. —¿Qué tal, señorita Montecarlo?
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Dos Almas Y Un ¡Te Odio! ©
Genç KurguYovana es una adolescente de dieciséis años, alegre y muy risueña. Sus padres se divorciaron hace unos años y ella se fue con su padre a Barcelona, mientras que su hermana gemela; Zaira, se quedó en Sevilla con su madre. Antes de marcharse a Barcel...