Capítulo-24: "No te dejaré sola"

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DANIEL OVIEDO

Tiro de mi cabello por milésima vez. Cansado de estar sentado me levanto y apoyo mi cuerpo en la pared blanca. Cierro los ojos debido aun fuerte mareo que se instala dentro de mi. Mi hermana me ofrece un vaso de agua pero lo rechazo y me siento en el suelo. Hace mas de 3 horas que estamos aquí y nadie nos dice nada de Zaira, no sabemos nada de ella ni de mi hijo. Dos horas ma tarde un Doctor se acerca a nosotros.

—¿Familiares de la paciente Zaira Montecarlo? –Me levanto del suelo y el se acerca.

—¿Cómo esta ella? ¿Y el bebé? –La madre de Zaira se sitúa a mi lado.

—La señorita Montecarlo esta bien, dentro de lo que cabe. Tiene varios moretones y algunas fracturas pero se recuperará pronto.

—¿Y el bebe? –Trago saliva y el Doctor suspira.

—Lo siento mucho, pero no pudimos hacer nada para salvarlo. Debido a los golpes recibidos, la joven tuvo un aborto y perdió al bebé que estaba esperando. –Niego y salgo corriendo de allí.

Abro los ojos y miro a todos lados. Otra vez esa maldita pesadilla que no me deja vivir. Me siento y suspiro. Me levanto de la cama y voy al baño, me deshago de la ropa y entro a la ducha. El agua cae sobre mis hombros, echo la cabeza hacia atrás y suspiro. La imagen de Yovana viene a mi mente e instintivamente toco mis labios. Cierro el grifo y salgo de la ducha. Coloco una toalla alrededor de mi cadera y con otra me seco el pelo. Salgo del baño y ahí esta mi gemelo, sentado sobre mi cama.

—¿Otra vez esa pesadilla? –Asiento.

—No hay noche que no la tenga, de seguir así me voy a volver loco. Ya no se que hacer. –Suspiro y saco un bóxer negro y un pantalón.

—Trata de olvidarlo, si no lo haces jamás podrás ser feliz. –Miro en dirección contraria a la suya.

—No es tan fácil. Era mi hijo, tenía 4 meses de gestación. ¡Maldita sea! Juro que encontaré a esos miserables y los haré pagar por todo el daño que nos hicieron. –Finalizo y entro al baño.

Me coloco el bóxer y el pantalón de chándal. Echo las toallas al cesto de la ropa sucia y salgo, mi hermano ya no esta. Suspiro y niego, debo olvidar todo lo que sucedió. Me acuesto de nuevo y cierro los ojos cayendo en un profundo sueño que es interrumpido por una voz casi idéntica a la mía, mi gemelo.

—¡Despierta! Tenemos que ir a clase, date prisa o llegaremos tarde. –Bufo y me pongo en pie.

—¿Mamá y papá a se levantaron? –El asiente.

—Papá debió irse a trabajar antes de lo normal y mamá se esta alistando, parece que va a salir. –Frunzo el ceño, que extraño.

—Me visto y bajo. –Asiente.

Me pongo los pantalones y los zapatos, agarro la camisa blanca y abrocho todos los botones menos los tres primeros. Remango la camisa hasta mis codos y me coloco la corbata de forma desordenada. Cojo la mochila y la americana. Mamá añada de un lado para el otro, ni si quiera probó el desayuno.

—Voy a salir, si queréis puedo llevaros al instituto si queréis. –Coje su bolso y nos mira.

—No te preocupes, vamos con los chicos. –Ella asiente y coge su teléfono y cartera.

—Mama ¿que sucede? –Ella suspira y nos mira.

—El padre de Zaira y Yovana tuvo un accidente y esta muy grave en el hospital. –Abro los ojos y me levanto.

—¿Qué? ¿Cuando pasó eso? –Miro a mi gemelo, esta tan sorprendido como yo.

—Anoche. Vuestro padre se adelantó y fue en la madrugada hace rato me llamó y me dijo que aun ni saben nada sobre su estado. –Finaliza.

—Mamá ¿dónde están Zaira y su hermana? –Se alarma y mamá agarra las llaves.

—Están con su madre, en el hospital, desde anoche. –Jesus me mira y se que piensa lo mismo.

Mamá niega repetidas veces pero al final nos deja acompañarla. Necesito saber como esta. Caminamos tras mamá y llegamos a una sala enorme. Médicos entran y salen, enfermeras por doquier y entre toda esa multitud la veo a ella. Esta sola, sentada en el suelo y con la cabeza entre sus piernas. Camino hasta ella y me agacho a su altura. Ella levanta su cabeza y sonríe.

—¡Estas aquí! –Solloza y asiento.

—No pienso dejarte sola, nunca. ¿Me pues? Nunca. –Susurro.

—¿Promesa? –La ayudo a ponerse de pie y la abrazo.

—Promesa. –Beso su frente.

Dos Almas Y Un ¡Te Odio! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora