Vegeta se dejó caer en el sillón en cuanto llegaron.
Gokú lo observó de reojo...
¡Carajo!... ¡se sentía tan apenado!... ¿porqué Milk tenía que comportarse de esa manera?...
- Vegeta...ehh... yo...
- Tú no tienes la culpa de nada Kakaroto...- murmuró Vegeta como su hubiese adivinado los pensamientos del otro sayayin.
Gokú observó a Vegeta, se veía cansado...
¡Rayos!... ¡dos escenas en un día! primero... él en la mañana con su escena de celos... ¡y ahora...
-Oye Vegeta, ¡no te preocupes por esto!... yo guardaré todo... ¿porqué no tomas una siesta?...
-¿Una sies....- Vegeta se quedó con la palabra en la boca, pues Gokú, tomando la pequeña caja en dónde habían guardado las cápsulas con los víveres desapareció...
Vegeta hizo un escaneo, y lo sintió en la cocina, se hundió aún más en el sofá...
¡Se sentía agotado!... ¡no había sido un día sencillo! pero repasando los hechos, llegó a la conclusión de que no fué ni la escenita de celos de Kakaroto, ni el número de circo de la urraca lo que lo tenía así...
Lo que lo tenía al borde del colapso... ¡era esa maldita sensación que sintió mientras discutía con Kakaroto!
¿Qué demonios había sido eso?... ¿porqué no pudo sentirlo de nuevo?... ¿qué estaba pasando?... ¿él estaba de vuelta?
¡No!... ¡eso no era posible!...
¡Esa misma mañana le había preguntado al Dr. Briefs por el radar del dragón!... y el viejo le aseguró que estaba en un lugar seguro...
Pero... ¿y entonces?
Tal vez Kakaroto tenía razón... tal vez... ¡si necesitaba una siesta!
Sacudió la cabeza cómo si quisiera quitarse de encima todas esas dudas y temores, se levantó lentamente del sillón y subió las escaleras hacia su habitación.
El robot de limpieza ya había ordenado su cuarto y hecho la cama... Vegeta se sentó en ella y se sacó los zapatos, se recostó y no tardó mucho en quedarse dormido.
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Gokú tardó algo de tiempo en ordenar todo, ¡habían comprado muchas cosas!