Quédate...

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Gokú se apresuró a salir de la cámara de gravedad; la puerta se cerró tras de él apenas salió.

-¡Date prisa Kakaroto!- exclamó Vegeta que ya se encontraba un par de metros delante de él.

Gokú lo siguió y ambos entraron a la casa.

Ya en el interior, Vegeta se dirigió a la cocina, comenzó a revisar las gavetas y repisas... Gokú lo oyó maldecir por lo bajo al no encontrar nada...

-Emm.... Vegeta... ¡tengo una idea!... ¿que te parece si voy por algo de comer a mi casa?...

Vegeta no contestó enseguida, lo meditó unos momentos y luego decidió aceptar...

- Está bien Kakaroto...

Gokú le sonrió y desapareció enseguida.

Vegeta se incorporó y cerró la gaveta que había registrado infructuosamente.

«¡Rayos!... ¡tendré que comprar víveres!» pensó molesto, ya que la idea de ir al supermercado, y hacer fila en la caja no le entusiasmaba en lo más mínimo.

Se pasó la mano por el rostro sintiéndose frustrado, suspiró y decidió que al día siguiente se preocuparía por eso.

Su labio le punzó en ese momento; se dirigió al baño para examinar los daños...

«Nada grave...» concluyó después de inspeccionarse frente al espejo, eso claro, sólo se aplicaba a su cara, porque en cuanto a su playera... ¡era pérdida total!... por lo que subió a su habitación a cambiarse.

Ya con otra playera, esta vez negra y con la cara lavada, Vegeta se sentó en el sofá de la sala, contempló un momento el control remoto, y suspiró molesto...

Mejor decidió recostarse un momento en el sillón mientras esperaba a Kakaroto... el silencio resultaba abrumador y al mismo tiempo apacible...

Y se dió cuenta de que hacía muchísimo tiempo no experimentaba un silencio así...

En c.c. Bulma siempre lo interrumpía con sus gritos histéricos, reclamándole sus muchas horas de entrenamiento; había intentado refugiarse en su cámara de gravedad... ¡pero ella no iba a permitirle escapar así de fácil!...pues instaló ese molesto "sistema de comunicación " que parecía usar sólo para poder fastidiarlo desde el exterior de la nave...

Las cosas no mejoraban una vez fuera de su cámara de gravedad... ¡siempre había empleados entrando y saliendo que iban a consultar al Dr. Briefs!...

Y si no era alguna de esas dos cosas, era la sonriente mamá de Bulma, que siempre aparecía de la nada, para ofrecerle algo de comer o de beber...

«Aunque... en este momento no me molestaría en lo absoluto verla por aquí...» pensó Vegeta ya que en ese momento su estómago rugió de hambre, pues no había comido nada desde esa mañana en casa de Kakaroto.

Pero el silencio, también le recordó la soledad tan honda que experimentaba a bordo de su nave espacial....

Cuando se veía forzado a viajar durante días y noches para cumplir las misiones encomendadas al escuadrón sayayin... cuando su mirada se perdía entre los astros que veía por la ventanilla de su nave...

¡Así no!  2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora