Marca de fertilidad... preñado...
marca de fertilidad... preñado... marca de fertilidad... preñado...Esas palabras resonaron una y otra vez en la mente de Vegeta hasta hacerlo sentir completamente aturdido... ¡tuvo que sujetarse del árbol que tenía a lado para no caérse!...
¡Lo que había escuchado no podía ser real!... ¡eso no era posible!... ¡EL ERA UN HOMBRE!... ¡LOS HOMBRES NO PODÍAN SER PREÑADOS!....
Pero Kakaroto repitiendo la palabra preñado como si fuese la primera vez que la escuchaba en su vida, lo devolvió bruscamente a la realidad.
¡No comprendía nada!... ¡¿de qué demonios hablaba esa lagartija sobre-desarrollada?!... ¡quería respuestas!.... ¡Y LAS QUERÍA YA!...
- ¡¡¿LA MARCA DE QUÉ DEMONIOS?!!...- exclamó furioso en espera de una aclaración.
- Vegeta... - le susurró Gokú para tranquilizarlo, después se dirigió al mítico ser - por favor explícanos eso Sheng Long...
- Bueno pues.... - comenzó a explicar el enorme dragón.
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Amor de sayayines.
En el planeta Vegita- sei habitaba la raza guerrera de los sayayines, vivían en constantes batallas, sometiendo a otros planetas con fines comerciales.
Eran poderosos y fuertes, mucho más que el resto de los habitantes de la mayoría de los otros planetas, hombres y mujeres por igual podían poseer un impresionante poder, pero eran los hombres quienes más lo desarrollaban, pues las mujeres solían ser muy emocionales, y a veces, un titubeo, era mortal...
En este ambiente violento en el que se desenvolvían sus vidas, la gestación era un estado de gran desventaja, pues el cuerpo de un sayayin gestando se volvía completamente vulnerable los primeros dos meses de gestación, pues la pequeña vida se nutría del ki de su portador.
Pero al parecer, la naturaleza siempre es sabia, pues aunque ambos sexos podían gestar, los sayayines eran, en su estado normal, incapaces de portar una vida...
A menos claro.... que recibieran la marca de fertilidad, la cuál consistía en una mordida en el cuello, esto hacía al sayayin que la recibía fértil, y a su cuerpo estar listo para recibir una semilla y así, procrear un nuevo ser...
La marca de fertilidad, era visible en el cuerpo del sayayines hasta que se diera la fecundación, una vez que esto pasaba, desaparecía sin dejar rastro.
Cuando la marca de fertilidad era recibida con el consentimiento del futuro portador, ésta era parte del cortejo, y era una experiencia placentera y excitante... para ambos sayayines... pero, cuando la marca era impuesta a la fuerza... ¡era increíblemente dolorosa para el receptor!
Sin embargo eso casi nunca pasaba, pues los sayayines eran una raza de honor, y sólo los más repugnantes sayayines, ¡quizás algunos pocos trastornados!.. se atrevieran a hacer algo así para luego sembrar su semilla.