¡La tienda era enorme!...
Ráditz contemplaba maravillado aquéllas extrañas siluetas blancas ataviadas con vestimentas de diferentes estilos.
Hay que mezclarse... le había dicho más de una vez Vegeta, cuando al llegar a un planeta desconocido, era necesario hacer investigación. El concepto de adoptar la vestimenta del nuevo planeta no era nuevo para él.
¡Lo que en verdad era nuevo... era el modo de adquisición!
Pues, como el lagarto no contaba con algún fondo para viáticos ni mucho menos.... la manera en que él solía adquirir esa clase de indumentaria era ubicar a alguna víctima que se adaptara más o menos a su complexión para después... ¡hurtarle su ropa!
¡Jamás había estado en un lugar así!... en Vegita-sei su uniforme era sobrio, claro... ¡como correspondería al guardia real del príncipe!...
Luego, bajo el yugo de Freezer, los tres sayayines se vieron forzados a portar las armaduras del imperio, conservando sólo unos pocos elementos de origen sayayin.... pero... ¡jamás había podido elegir!
Ahora, estar en ese lugar, lleno de vestimentas de diferentes estilos, colores y texturas... ¡lo hizo sentir abrumado!
- ¡Vamos Ráditz... escoge algo que sea de tu agrado...- le susurró Gokú.
- Ehh... es que yo... ¡la verdad es que no sé por dónde comenzar!- contestó azorado Ráditz.
-¡No se preocupe caballero!... ¡estoy aquí para ayudarle en todo lo que necesite!...- exclamó de pronto un joven alto y espigado de cabellos castaños.
Gokú le dió un leve codazo a Vegeta mientras ponía una sonrisita traviesa y veía a su hermano con el empleado de la tienda, Vegeta, en respuesta, se limitó a encoger los hombros.
- Déjeme ver... - dijo el joven mientras evaluaba a Ráditz con la mirada - ¡sí lo tengo!... ¡empezaremos con unos jeans!... ¡sígame!
Obedientemente Ráditz fue tras el chico.
-¡Tenemos las mejores marcas!... Giorgio Armani, Levi'strauss, Calvin Klein, Lee, Guess... ¿cuál es la de su preferencia?
-Yo... pues... creo que...- dijo Ráditz sin saber que contestar.
- Se llevará tres de cada uno... - afirmó Vegeta, llegando junto a Gokú.
El vendedor sonrió ampliamente... ¡seguramente ese mes sus comisiones serían cuantiosas!
