-¡Oh Vegeta... ¡Te hubiera buscado hasta debajo de las piedras de ser necesario...- susurró Gokú en su oído.
Vegeta sonrió levemente, dejó escapar un suspiro de alivio... y se sintió a salvo.
A salvo.... ¡en los cálidos brazos de Kakaroto!
Porque... debía admitirlo...por momentos, en verdad llegó a pensar que moriría congelado bajo ese árbol.
¡Qué manera tan más ridícula de morir!.... ¡nada digna de un príncipe sayayin!
Quizás, si no se sintiera aún tan débil y aturdido, ¡no se hubiese permitido esos pensamientos cursis!... en donde pensaba en lo bien que se sentía estar en los fuertes y protectores brazos que lo estrechaban con cuidado en ese momento.
«¡Lo bueno, es que Kakaroto no tiene manera de saberlo...» se dijo a sí mismo para tranquilizarse.
Gokú sonrió y lo besó en una mejilla...
«¡Eso crees...» pensó, pues la extraña conexión que se había dado en el lago, se repitió de nuevo.
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Ráditz le echó de nuevo un vistazo al artefacto en su muñeca....
"Cinco minutos y le apagas girando esta perilla" había dicho Kakaroto.
Siguió moviendo obedientemente la espumosa bebida que hervía en la olla mientras se preguntaba si sabía tan bien como olía...
¿Chocolate?.... se encogió de hombros, el nombre sólo era una palabra extraña, que no le daba una idea de nada.
Cuando vió que los cinco minutos habían transcurrido, giró la perilla tal como le había indicado Kakaroto y poco a poco dejó de batir, aspiró profundamente....
¡Sí, definitivamente esa cosa olía bien!
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-¿Vegeta?...- Gokú dudó un momento - ¿te había pasado algo así antes?...- la curiosidad le ganó.
-¿Por qué la pregunta?...
-Yo... bueno, le pregunté a Ráditz... ¡pero él no quiso decirme nada al respecto...- se apresuró a aclarar - por eso la pregunta...- explicó.
Vegeta dejó escapar un pequeño suspiro, y se quedó en silencio, cuando Gokú comenzó a creer que no le contestaría, comenzó a narrar con voz monótona y carente de emoción...