En la mesa...

2.5K 265 171
                                    

POV de Gokú...

-¡Pues te ves muy cómodo aquí!...- me dijo Vegeta mientras arqueaba una ceja y sin nada de disimulo, le echó una mirada desaprobatoria a la manera en la que me encontraba sentado, aunque sonrió  de lado cuando lo hizo.

Reí levemente, me gusta el tono irónico que usa al hablar...

-¡Pues claro que lo estoy!... - dije mientras me ponía de pie y lo acorralaba en la silla.

¡Supe que lo tomé por sorpresa!... pues tragó en seco y tembló levemente, un ligero sonrojo apareció en sus mejillas.

¡Por todos los dioses!... ¡amo la manera en que se sonroja!

-¡Tú estás conmigo!...- concluí.

¡Y le di el beso que había estado deseando  darle toda la mañana!

Y él... ¡el me correspondió!... su lengua se abrió paso a través de mis labios... y la sentí moverse curiosa, traviesa...

No pude evitar gemir de placer...
¡Me encanta la manera en la que me besa!... la manera en la que su lengua se mueve dentro de mi boca... y esa insolente manera que tiene de mordisquear mi labios...

Y entonces, lo sentí sonreír, y... sin habérmelo propuesto realmente, alcancé a captar un pensamiento suyo...

ganas Kakaroto... ¡confiaré en ti! ”

No entendí... no comprendí del todo el porqué Vegeta pensó eso en ese instante.

Pero... no tuve tiempo de pensar mucho.

¡Vegeta me tomó por el cuello de la playera y me atrajo hacia él!... me besó de una manera demandante, desesperada... ¡exigente!

Un jadeo se me escapó sin poder evitarlo, mis piernas se vencieron y caí de rodillas frente a él...

Nuestros labios se despegaron, nos contemplamos durante breves segundos... él respiraba agitado, tenía los labios enrojecidos y las pupilas dilatadas, podía sentir su aliento tibio en mi cara...

¡Me sentí tan afortunado de poder contemplarlo así!

Sin dudarlo, ataqué su cuello... besando cada centímetro de piel.

-¡Kakaroto...- gimió de una manera que encontré simplemente enloquecedora.

No me detuve, estaba hipnotizado,  mejor dicho, ¡idiotizado!... con el olor de su piel, con la forma en que su manzana de Adán se movió en su cuello, con los jadeos que se  escapaban de su boca...

¡Esa boca que me dejaba sin aliento!

Lo sentí revolverse inquieto sobre la silla... bajo mi cuerpo,   sus manos se enredaron entre mis cabellos con algo de rudeza.

¡Así no!  2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora