Vegeta.
Salió precipitadamente de la casa...
De repente sintió la imperiosa necesidad de estar solo, decidió seguir la orilla del lago...
¡¿Qué demonios le sucedía?!... ¡¿por qué el testimonio de Ráditz lo había consternado de ésta manera?!....
Él.... ¡él era el príncipe sayayin!.... ¡¡y el príncipe sayayin no podía sucumbir a las desconcertantes emociones que estaba sintiendo!!...
¡¿Qué era esa extraña sensación que tenía en su garganta?!...
¡ ¡Sentía que se había tragado una roca!!
«¡No... esto es por vomitar todo el tiempo!» se dijo a sí mismo tratando de justificar así la inexplicable sensación.
En un esfuerzo por aclarar su mente, se acercó a la orilla del lago... y se lavó una y otra vez la cara hasta que se sintió mas tranquilo... aspiró y exhaló aire lentamente un par de veces y ya con la cabeza más serena, decidió sentarse en una gran roca que divisó a lo lejos y desmenuzar con cuidado la información recibida de su guardia real.
Al instante.... cayó en la cuenta de una cosa...
¡Ráditz sabía muy poco del estado de gestación!
La única conclusión a la que podía llegar después de escuchar a Ráditz... ¡era que se dirigía a una muerte segura!
«¡Maldita sea!...» murmuró al darse cuenta que Ráditz no les había dado ningún dato realmente útil... o siquiera esperanzador al respecto.
Las palabras de Kakaroto resonaron en su mente...
"¡No puedes tenerlo..."
Bufó molesto ante el recuerdo....
¡¿Es que acaso el príncipe sayayin no merecía tener ambas cosas... dar a luz a su hijo y poder verlo crecer?!
Fué entonces cuando la historia de Ráditz vino a su mente...
Sin duda... ¡ella había sido la mejor opción desde la perspectiva de su padre!... lo conoció demasiado bien... ¡él era exigente!
Seguramente, ella era la hembra más hermosa y sobresaliente de todas las candidatas... recordó sus palabras...
"¡No!... no tengo miedo... ¡llevo en mis entrañas el tesoro más valioso de Vegita-sei... yo me siento profundamente honrada!"