Continúa el POV de Gokú.
Aparecimos en la sala...
Vegeta contempló el radar un momento, lo encendió y pudimos ver las siete esferas del Dragón en la pequeña pantalla.
Lo ví sonreír... con un pequeño vestigio de tristeza en el rostro.
- ¡Esto hubiera sido muy útil en Namekusei... - susurró.
¡No pude contenerme más!...
Me acerqué a él y lo besé con desesperación...
¡Y él me correspondió!... sentí su lengua invadir mi boca y jugar con la mía... ¡Rayos!... ¡Vegeta besa tan bien... que con sólo un beso suyo siento que me enciendo como una antorcha!
Me di cuenta de que no sólo yo lo había extrañado estos días...
No sé como pasó... ¡pero caímos juntos en el sofá más grande de la sala!... ¡aún así no dejamos de besarnos!
Yo estaba sobre él, atacando con mis labios su boca y con mis manos su cuerpo, y él...
¡Él hacía lo mismo!... ¡eso no hizo mas que encederme aún más!
Lo ví estirarse y colocar el radar en un lugar seguro, debajo del sillón, sonreí divertido, pues aproveché para besar y lamer su cuello...
- ¡Kakaroto!...- susurró en un delicioso gemido.
-¿Dime Vegeta?... - contesté en un murmullo.
¡Lo ví sonreír de la manera que me encantaba!.... con esa sonrisa genuina y fresca que sólo a mí me permitía ver, esa sonrisa que sólo me regalaba cuando se sentía feliz.
- Continúa...- me pidió mientras su mordía el labio inferior.
- ¡Eso no tiene que pedirlo su majestad... - susurré en su oído.
Sonrió de nuevo y cerró los ojos, dejándose llevar...
Lo besé en el cuello, disfrutando de su piel suave, de su olor y de la manera en que se estremecía cada vez que lo besaba.
¡Su sudadera no tardó en estorbarme!...
Se la arranqué casi de un tirón, solo para encontrarme con una playera abajo...
- ¿Es en serio?... - pregunté contrariado.
Se encogió de hombros...
- Tenía frío...
Sonreí ante su simple respuesta....
«¡Ohh terco y orgulloso príncipe sayayin!... aún así te amo.»
Me deshice también de su playera, ¡me gustó la vista!.... sin poder contenerme besé cada centímetro de ese perfecto abdomen, me entretuve un rato besando y chupando con deleite ese par de pequeños botones rozados, escalé hasta su cuello de nuevo y me reencontré con esa boca suya que siempre lograba quitarme el aliento.