Aparecieron afuera de la casa junto al lago. Vegeta se extrañó un poco al notar que Gokú no había deseado aparecerse en el interior de la casa, pero pensó que sólo fué un error de cálculo, y se dispuso a teclear la contraseña de la puerta...
-¡¡¿Va a vivir con nosotros?!!... - preguntó Gokú exaltado.
- ¿Y en dónde si no?... - contestó Vegeta.
-Ehh... pues hace calor... ¿no crees que estaría más cómodo afuera?- observó Gokú.
Vegeta lo observó molesto y por unos segundos se hizo un tenso silencio en el que ambos sayayines se sostuvieron la mirada, mientras un apenado guardia real de clase baja, bajaba la vista incómodo.
- Su majestad, si mi presencia es causa de incomodidad yo puedo...
-¡Basta Ráditz!... Kakaroto sólo bromeaba, él no dejaría afuera a su propio hermano... ¿no es así Kakaroto?...- lo interrumpió Vegeta sin dejar de mirar a Gokú.
Gokú frunció el ceño, y aún sosteniéndole la mirada a Vegeta contestó...
-Ehh... yo... si claro... ¡sólo bromeaba!
Vegeta se dió por satisfecho y se giró para introducir la contraseña, mientras Gokú se tragaba su enojo, le lanzó una rápida mirada a Ráditz, y se extrañó al ver que éste bajaba la vista...
«¡¿Pero que rayos?!» se preguntó Gokú.
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Ráditz, no sabía que pensar... ¡todo era tan confuso!
En el infierno, se las había arreglado para tener una existencia soportable...
Sí, era verdad que se la pasaba escondido en una cueva la mayor parte del tiempo... y es que ése era un lugar tan grande, que nunca se topó con otro sayayin, quizá la razón era que al morir se fué al infierno de ese planeta, pero, la verdad, ese lugar comparado con algunas de las misiones encomendadas al escuadrón sayayin.... no estaba tan mal.
¿Cuánto tiempo había pasado?... ¿dónde demonios estaba Nappa?... ¿por qué éste planeta no era un caos, como todos los que pisaban los sayayines?... ¡¿cómo rayos su príncipe terminó involucrado con su hermano Kakaroto?!...