- Kakaroto... esto no va a funcionar si no confías en mí...
-¿Hay un "esto" Vegeta?
Vegeta no le contestó que sí, pero le regaló una sonrisa, una que Gokú no había visto nunca... y luego lo besó.
¡Y Gokú gimió sin poder evitarlo!... porque el beso de Vegeta era tierno... y cálido... cariñoso... y demandante... profundo... y apasionado...
¡Todo a la vez!...¡era el mejor beso que le habían dado!
-¡Vegeta!...- susurró sorprendido Gokú cuando ese mágico momento terminó -¡no volveré a dudar de ti jamás!
Y Vegeta no pudo evitar sonreír divertido.
¡Era increíble lo transparente que podía ser Kakaroto!... ahora... ¡estaba completamente feliz!... cuándo hacía unos pocos segundos... ¡estaba al borde del llanto!
Pero lo que más había conmovido a Vegeta; fué el motivo de su tristeza...
Kakaroto se había puesto así... ¿porque habían peleado?
¿Acaso él era tan importante para Kakaroto?
Una punzada en su mano interrumpió sus pensamientos, bajó la vista para notar que su herida seguía abierta y sangrando abundantemente...
¿Cómo era posible que una herida hecha con una taza rota fuera tan escandalosa?... se preguntó.
Imaginó que se debía a que cuando los sayayines tenían al mínimo su ki, no eran muy diferentes a los terrícolas.
Se levantó de ahí dejando a Gokú aún en el piso y se dirigió al botiquín empotrado en una pared cercana...
-¡Vegeta!... deja que te ayude...- dijo Gokú apareciendo a su lado tan rápidamente que Vegeta incluso sospechó que usó su ya gastada técnica.
-No hace falta Kakaroto, estoy bien...
-¡Te puedo llevar con Dendé!- sugirió Gokú.
Vegeta estuvo a punto de soltar una sonora carcajada.... pero la cara de preocupación del otro sayayin lo impidió.
-Ir con Dendé, porque me corté con una taza.... ¿no crees que es un poco exagerado Kakaroto?...- preguntó Vegeta mientras ya armado con una venda se dirigió al grifo del agua para lavar la herida y posteriormente vendarla.
