Después me besó... ¡y yo me perdí en sus labios!
Cerré mis ojos, ¡y disfruté de la sensación!... de su cálido aliento, del sabor del café en su boca, de la forma en que su lengua se abrió paso por mis labios entreabiertos...
Una de sus manos se aferró con fuerza a mi cabello y un gemido se escapó desde lo profundo de su garganta... ¡eso me excitó!
Mis manos se aferraron a su espalda, lo atraje hacia mí... una silla se cayó en el proceso... ¿o fueron ambas?.. ninguno de los dos le dió importancia.
Sentí su mano deslizarse por mi pecho, se detuvo en una de mis tetillas y le dió un leve pellizco...
¡Un inevitable gemido salió de mi boca!...
¡A pesar de estarnos besando lo sentí sonreír!...
«¡Yo también puedo hacerte gemir Vegeta!... ¡quiero escucharte....»
Bajé una de mis manos por su espalda... ¡se estremeció levemente!
Acaricié su costado y llegué a su abdomen... marcado, firme y plano... ¡pude sentir la perfección aún sobre la tela!
Se estremeció de nuevo... bajé un poco más y deslicé mi mano por su entrepierna... ¡un jadeo se le escapó!...
Intentó hacer algo de distancia...
«¡Oh... no, no escaparás...!»
Me pegué a su cuerpo, lo hice caminar de espaldas hasta chocar con una pared... gimió levemente, sin dejar de besarme.
¡Ya no pude contenerme!...
Lo manoseé descaradamente, mis manos curiosas recorrieron su cuerpo... palpando, acariciando... estrujando...
Mi boca recorría su exquisito cuello, lo ví morderse los labios y ahogar un gemido...
«¡Oh... no, no te contengas...!»
¡Él se aferró a mí como si temiera caerse!... se estremecía... y su agitada respiración me excitaba cada vez más...
Llegué a su oído y le dí un suave beso...
-¿La mesa o la cama?- murmuré
-Sabes la respuesta...- susurró él
-¡La mesa entonces!...- bromeé, haciendo el ademán de tomarlo del cuello de su playera para después aventarlo a la mesa.
-¡Kakaroto! - exclamó sobresaltado.
Sonreí...
-Esta bien... ¡Lo que quiera su majestad!...- dije usando mi técnica.