¡Vegeta se incorporó sobresaltado!
El pequeño crío... ¡¿se movió?!
Con cuidado, deslizó su mano por su vientre intentando percibir algún otro movimiento... pero nada sucedió.
Suspiró e hizo un rápido escaneo...
Había que concentrarse mucho, aún era un ki muy pequeño... pero ¡sí!... ¡ahí estaba!
-¿Qué... eso fue una protesta?
Preguntó divertido en voz baja, pues recordó que lo último que había pasado por su mente era la idea de poner al crío a entrenar en cuanto tuviera la edad suficiente.
Suspiró de nuevo mientras se permitía especular un poco...
¿A quien se parecería más?... ¿a él o a Kakaroto?
Bueno, eso no importaba realmente... ¡lo que de verdad importaba es que fuese inteligente como él!... y poderoso como Kakaroto... y hábil, disciplinado y...
«¡Seguramente serás eso y más!...» se dijo a sí mismo.
Se estiró con pereza en el sillón y tomó el control remoto para apagar la televisión.
¿Qué demonios se suponía que pudiera hacer?... ¡estaba harto de pasársela en la cama sintiéndose mal!
Y, cuando no estaba haciendo eso... bueno, ¡los videojuegos y la televisión lo estaban comenzando a enfadar también!
¡Por todos los dioses!... si no fuera por el hecho de que le acababa de entregar un plano nuevo al viejo Doctor... ¡quizás hasta consideraría la idea de dibujar otro!... sólo para quemar el tiempo.
Bufó molesto y decidió deambular por la casa, fue a la cocina, tomó un envase de jugo, activó el lavaplatos y algunos robots de limpieza...
Le echó un vistazo a la biblioteca, guardó algunas cosas que habían caído de la mesa el día que Kakaroto y él.... ¿cómo decirlo?
Mmmm... ¿probaron la resistencia de la mesa?
No pudo evitar sonrojarse, mientras recogía un borrador y se preguntaba si también la biblioteca contaba con un sistema de aislamiento de sonido.