Chapter 43

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Artorias, un joven que realmente no le importaba nada que no fueran hermosas mujeres, no tiene pensamientos profundos, no es ningún héroe y prácticamente nada lo motiva a volverse fuerte. Puede que Apolonia lo fuera, pero era algo como soñar a ser el rey del mundo, él sabía que al final, sólo aceptaría a Dio ante ella porque es su adalid.

Artorias de joven demostró una fuerza arrolladora a la edad de catorce años aprendiendo el arte de la espada en una semana.

La ira...

Era la chispa que empujaba a Artorias a someter su voluntad al máximo para volverse más fuerte. Sólo una persona en el mundo lo sabía...su talento era muy problemático, la personalidad relajada y a veces fría de Artorias contribuía al desperdicio lamentable de su extraordinario talento.

Hasta hace una semana, él junto con su singular compañera, Renka, habían estado presos en las mazmorras de los aborrecibles trasgos, que por alguna razón habían dejado las cavernas de las montañas vecinas y decidieron invadir tierras humanas con el fin de establecer un nuevo territorio...

Pero a pesar de la extraña impresión que Renka daba, era una mujer un tanto lista...

Era cierto que su maldición consistía en disipar la atracción sexual que ella podía producir como mujer en los hombres, pero sólo se aplicaba a los humanos al parecer y sin vergüenza alguna, ella se despojó de sus ropas y tentó a los trasgos que no pudieron resistirse ante el atractivo de una hembra. Era cierto que la estaban guardando para el Rey Trasgo, pero...

Todo acabó como ella quería, Artorias por primera vez no sintió absolutamente nada al verla desnuda, su cuerpo era completamente distinto a la de cualquier mujer de I-Verall. Ella era la mujer más delgada que había visto en su vida, bueno, no llegaba a ser esquelética pero...

¡Intenten violarme si pueden queridos!

Con una mirada de zorra, los atrajo a todos sólo para que Artorias los descuartizara y con la fuerza de ambos lograron echar abajo las rejas y escapar por los pelos arrollando a cuanto trasgo se les opusiera.

Ellos eran unos seres muy débiles, casi carentes de inteligencia que sólo sabían mover el palo para golpear, producir horribles chillidos y al no haber hembras entre ellos, se reproducían con cualquiera de otra especie...

Y Renka era como la miel entre las moscas que se abría camino entre las masas y su habilidad de hielo la ayudó a patinar sobre el suelo al mismo tiempo que congelaba a todos los pequeños trasgos.

Pero ni en sueños esperaban acabar con todos, una legión entera vendría a por ellos después y era mejor salir tan rápido como pudieran.

Cuenca Boreal había sido tomada, los hombres fueron completamente masacrados de las formas más horrendas imaginabes y las mujeres violadas de manera incesante. Los niños eran hervidos vivos en aceite o rostizados en las fogatas y el gobernante fue torturado a más no poder mientras era obligado a comerse a su propia familia. A diferencia de los goblins, los trasgos eran mucho más crueles y se deleitaban con el sufrimiento ajeno.

Por suerte, ninguno de los dos había tenido la mala suerte de presenciar semejantes barbaridades o de lo contrario habrían llegado a Virralfa con mentes perturbadas.

Era ya un hecho que Cauce Boreal había sido tomada y Artorias había fracasado en su primera misión como aventurero. Tal vez si se lo hubiera propuesto habría acabado con una considerable cantidad de trasgos con la ayuda de Renka, pero...la cobardía en ambos era mutua y sólo pensaban en salvarse el pellejo ellos mismos.

Esta vez la suerte jugó de parte de ellos, pero conforme se iban alejando se habían visto obligados a ayudar a un grupo de personas que habían escapado. Personas que luego de unos días morirían al ser el grupo emboscado por una orda de goblins de piel negra montados en wargos que habían hecho una alianza con los trasgos por el dominio total de los territorios de Cauce Boreal.

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