Chapter 46

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Cuando Dio y los demás decidieron desviar su ruta hacia Virralfa faltaba un día para el enfrentamiento.

Y ahora en el presente, Artorias tenía la cabeza ocupada con una cosa mientras cabalgaba lentamente entre la multitud...

"Voy a ser padre...Voy a ser padre..."

Cada vez que lo decía, sentía una especie de escalofríos recorrer su cuerpo, no era algo desagradable, pero era algo que trataba de asimilar cada vez que lo pensaba.

- ¿qué te sucede vaquero? ¿tienes miedo?

Al no poder conseguirle un caballo, Renka venía montada detrás de él cargando un arco blanco en su espalda y una espada corta. A pesar de todo,

- ¿hmm? Ah, estabas aquí

- te ves distraído ¿qué te pasa? ¿te pongo nervioso acaso?- le dice Renka que se apegó más a la espalda de Artorias que se sobresaltó levemente.

- ¿eh? ¿no me digas que te pongo?

- ¡c-claro que no!

Las "Maldiciones" de los adalíes eran más complejas de lo que parecían, Renka sabía esto y todavía no había descubierto todas las dimensiones de su maldición.

"Ningún hombre volverá a sentirse atraído por ti"

Esas fueron las palabras del dios que había enviado a Renka a este mundo y hasta ahora había sido cumplido por más de un año que ella llevaba en este mundo.

Sin embargo, Renka se sintió especialmente desconcertada por dentro al ver que el cuerpo de Artorias respondió ante el contacto seductor. Sólo habían dos posibilidades: ella puede seducir a un hombre si este sólo escucha su voz femenina o...el hombre en cuestión no precisamente podía sentirse atraído por el sexo opuesto.

- A-Arterias...

- ¡Soy Artorias! Ya te lo he dicho ¿y qué quieres?

- ¿Te gustan los hombres?

Él se quedó en blanco ¿de dónde sacó ella eso?

- ¿Debería bajarte a golpes?

- Se supone que tú no sentirías nada por mí...y te sobresaltaste al sentirme, no sé yo pero...¿alguna vez te enamoraste de un hombre?

Una sóla imagen se le vino a la cabeza a Artorias que titubeó antes de darle una rotunda negativa.

- Nunca

- Men-ti-ro-so, dudaste- le dice Renka que le jaloneaba los cachetes- pero no te preocupes, he tenido muchos amigos como tú, sólo-

- ¡déjate de tonterías!- le dijo Artorias que le quitó las manos con tono molesto- y mantente calladita por un rato ¿quieres?

- no me digas que deje de ser yo misma ¿acaso quieres que muera?

- sería lo mejor ¿no?

- si yo muero no lo haré sola

- me aseguraré de que no sea yo entonces

- no te confíes, me convertiré en fantasma y te perseguiré para atormentarte

- para eso sirven los exorcistas, tan sólo voy al Lugar Santísimo y...

- soy atea

- te estás contradiciendo

- ¡mierda! Bueno...pensándolo mejor ¡Ya creo en los espíritus entonces!

- ¡no te oigo muy convencida!

- vaya, ahí vienen nuestras víctimas- Renka que cambió de tema al ver que un pequeño escuadrón, casi del mismo tamaño que en el que venían ambos comenzaba a moverse a gran velocidad.

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