Chapter 50

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Las ráfagas de vientos cada vez se hacían más potentes como un huracán.

La batalla encarnizada que había abajo se había calmado por causa de la enorme bestia que amenazaba con la vida de todos.

"¿Cómo...es esto posible?"

El Rey Kondor miró desde alguna ventana de su palacio con sumo temor a la bestia que comenzaba a destruír con su voz las estructuras más elevadas. No era fuego lo que lanzaba exactamente, simplemente era aire muy comprimido que era lanzado como un potente proyectil que era capaz incluso de abollar armaduras de Mithrill, Adamantio y Ébano.

Y desde los tempestuosos cielos comenzaron a caer rocas al rojo vivo que aplastaron toda forma de vida y edificaciones que se habían mantenido intactas durante décadas o siglos.

Incluso el palacio estaba siendo bombardeado por pequeñas rocas que estaban traspasando los resistentes techos y algunos incluso traspasaron varios pisos.

"¿Cómo es posible?...¡se supone que Vilraak no puede romper las cadenas!"

El miedo se apoderó de él terriblemente sabiendo que la desvastación era inevitable. Él sabía muy bien que por generaciones, los reyes compartían el secreto que debajo de Virralfa yacía el Rey del Bosque que en el pasado fue capaz de barrer un ejército de casi doscientos mil soldados, pero finalmente fue sometido por el rey de ese entonces llamado Thoronir, el guerrero más poderoso en la historia de I-Verall.

Thoronir fue capaz de descamar a Vilraak en un sitio llamado "La llanura Kansmpell" que posteriormente se transformaría en Virralfa.

Ambos, casi muertos en la batalla, Thoronir sacrificó su vida encandenando y encerrando a Vilraak en las entrañas de I-Verall.

Luego, su hermano menor, Falgnir, un encantador mágico y herrero, forjó la armadura [Caballero Inmaculado] a partir de las escamas de Vilraak en memoria de su hermano y ese día en especial, en que el hombre logró someter a un ser que se supone que está más allá de la fuerza y comprensión de los humanos.

La existencia de Vilraak fue mantenida en secreto durante años haciéndole creer a la gente que Thoronir en realidad había matado al dragón. Incluso hubieron canciones sobre ello en décadas...pero con el pasar de los siglos eso se fue olvidando y el secreto iba pasando de heredero en heredero antes de que el amuleto, el anillo y la corona fueran colocadas en su cuerpo.

Kondor no había tenido la ocasión de confesárselo a su hija Eldawyn que seguramente estaba muy confundida. En ese momento se arrepentía de habérselo guardado por mucho tiempo, aunque en realidad no había mucha diferencia ante la situación, saberlo o no saberlo, el resultado iba a ser el mismo.

Más que él mismo, Kondor temía por la vida de sus hijos, al menos uno de ellos debía quedar vivo y con suerte la indicada debía ser la princesa Eldawyn que desde hace mucho había demostrado ser más que capaz de manejar el país. Varsel aún era un niño y se le notaba a leguas que no sería capaz de hacer lo que se esperaría de un príncipe.

"P-Por lo que más quieras... no se te ocurra enfrentar a Vilraak, hija"

Con lágrimas en sus ojos, Kondor se incorporó y fue en busca de Eldawyn. Sabía más que bien que ni ella, ni siquiera su difunto hijo Altair podrían hacerle frente ni luchando juntos.

El palacio había sido desalojado en caso de emergencia y él estaba solo, por suerte estaba armado todavía y se dispuso a salir lo más rápido que su avanzada edad le permitía. Bajó las grandes escaleras que llevaban a la sala del trono, bien pudo haber tomado el camino que llevaba al vestíbulo, pero era más largo.

- Vilraak...ahora posee mucho menos del poder que una vez tuvo. Aún así, no puedo asegurar la seguridad de tu hija, Kondor.

En medio de la gran habitación, una mujer rubia con la mitad de su cuerpo vendado y parte de su cara con quemaduras estaba de pie, como si lo estuviera esperando.

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