Chapter 159

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Ellos tuvieron mucho de qué hablar, Artorias era el que no paraba, parecía una cotorra hablando de lo que había hecho, de sus planes y sus mujeres desde que estaban en la fiesta hasta su travesía por el mar hasta el archipiélago en donde se ubicaba el colegio.

Cabe decir que Artorias se quedó embobado viendo a las nuevas sirvientes que Dio había creado. No hace falta decir que él intento ligar con cada una, primero lo intentó de nuevo con Tori que se mostró despectiva y huraña con él como siempre. Luego se alivió un poco al saber que Seira no estaba rondando por ahí, pero había otro problema igual o peor llamado Lisboa que intentó ligar con él y claro, Artorias accedió de buenas a primeras a ir una de las habitaciones vacías del palacio mientras estaba la fiesta. Pero de nuevo él aprendió que no debía meterse con una sirvienta que se le ofreciera ya que después Artorias salió huyendo casi desnudo del cuarto y por un momento sintió miedo y prometió no volver a meterse con las sirvientes de Dio.

Pero su promesa mental poco duró cuando vio a Sako, una mujer enorme y muy bella que se escondía y trataba de evitar todo contacto con la gente.

Entre sus concubinas, Artorias tenía toda clase de mujeres, pero ninguna era tan alta y con dimensiones corporales tan increíbles que escapaban de la realidad. Fácilmente ella podría asfixiar literalmente a un hombre con esos enormes pechos o ese trasero. Él se excitó al pensar en las posibilidades, prácticamente él se vería como un niño al lado de esa enorme mujer que fácilmente podría sacarle todo hasta dejarlo seco.

Pero de nuevo, Sako no era una sirviente al que cualquier hombre o mujer podría acercársele. Sako odiaba el contacto social a menos que ella lo deseara o se lo ordenaran (cosa que raras vez le pedía su amo).

De inmediato ella activó su sistema de defensa haciendo derretir su hermosa cara como si le hubiesen echado ácido encima al igual que sus pechos y el resto de su cuerpo. Toda su carne se derritió de forma espantosa y luego vino un olor nauseabundo que hizo que Artorias que de por sí ya estaba aterrado, diera unas cuantas arcadas.

El proceso aterrador duró hasta que Sako tuvo la apariencia de un esqueleto.

Artorias salió huyendo de nuevo.

"¡¿Acaso ninguna mujer de Dio es normal?!"

Intentarlo con Rinley era imposible. Aunque era la más normal de todas, era una niña y a él le gustaban mayores.

Nuevamente se prometió no volverse a meter con las sirvientes de Dio...bueno, ya sabemos lo que procede después.

La siguiente en conocer fue Raiko que a primera vista parecía una chica normal y tímida que se sintió abrumada por la presencia del pelirrojo y él pensó que caería fácilmente...hasta que le tocó una de sus tetas.

Raiko cambiaba completamente si alguien la tocaba de manera indecorosa, incluso si fuera su amo, por alguna razón a ella no le gustaba el contacto físico íntimo y si alguien lo hacía, se volvía una fiera. Por suerte Artorias sólo había sido lanzado por la ventana.

Y luego el mismo cuento, la última fue Rinoa con la que mantuvo una entretenida charla. Esta vez Artorias había sido más cauteloso, pero en seguida se dio cuenta que Rinoa era la más normal, pero al mismo tiempo no. Fue difícil de explicar para él y cuando llegó el momento de cortejarla, ella accedió a tener un baile con él mientras sonaban los tambores, flautas y trompetas de los goblins. Sentía que él se había enamorado al ver que Rinoa era la más serena y afable de todas, pero con una inteligencia que iba más allá de lo normal.

Luego compartieron una cena, Rinoa era muy educada y se reía con moderación ante los chistes de Artorias. Parecía como si ella fuera una muy educada aristócrata que gustaba de la música y la buena comida. No se asemejaba para nada con sus extrañas hermanas.

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