—Si le dices a alguien sobre esto, ya sabes lo que pasará.
El mayordomo inclina la cabeza, sin ver a mis ojos, no es digno de ello.
—Descuide, amo Illumi. Su secreto está a salvo conmigo.
Camino de regreso a casa, ya es hora del almuerzo y a madre no le gusta que llegue tarde.
Aunque llego a la hora, lo hago después de él. Desde que aprendió a caminar siempre es el primero en llegar a la mesa.
Y come como si fuera la última vez que lo hará. No ha terminado de tragar y lleva más comida a su boca, haciendo que caiga parte de la que ya había allí. Es repugnante.
Aún no he terminado mi plato y él ya va por el tercero.
—Madre, Milluki no debería comer tanto o se pondrá gordo —observo, mientras sigue tragando como cerdo.
—Eso no pasará, querido. Además, Milluki está en crecimiento. Creo que el problema es que tú comes muy poco, estás muy delgado.
Yo no tengo un problema, yo no soy un problema.
—Yo estoy bien... ¿cierto padre? ¡He hecho bien mi trabajo! ¡He hecho bien todo, hago todo lo que me dicen, yo...
—¡Basta, Illumi! —grita madre, sobresaltándome—. Es imperdonable que pierdas la compostura de esa manera. Un asesino debe controlar sus emociones y no al revés. Cuando termines de comer iremos al cuarto de castigos.
Milluki sigue atragantándose con la comida, pese a eso, se las arregla para sonreír burlescamente. Miro a padre, esperando que diga algo a mi favor.
—El último trabajo de Illumi fue excelente, querida —señala por fin—. Sobre todo, considerando que apenas tiene diez años y que fue solo. Dale la mitad del castigo.
Milluki se carcajea, atorándose con la comida. Padre y madre se levantan para ayudarlo y termina por escupir un trozo de carne sobre la mesa. Asqueroso.
Al terminar, sigo a madre hasta el cuarto de castigos. No he sido un buen hijo y debo pagar por ello. Sin que me lo diga, me quito los zapatos y luego la polera. Voy hasta la pared, donde hay unos grilletes y sujeto una de mis manos, esperando a que madre aprisione la otra.
—Ya eres un niño grande, no deberías seguir quitándote los zapatos —ríe, buscando un látigo en los cajones. Oigo el sonido de sus tacones acercándose y un escalofrío recorre mi espalda. Lo detesto. Cuando crezca y sea más fuerte, espero no sentir nada parecido.
El primer golpe cae furioso, como una ráfaga de fuego, pero me gusta su sonido. A madre también le gusta y me ha enseñado que no lo opaque con mis gritos.
Ningún sonido sale de mi boca, ya cada vez duele menos. Cuando crezca no dolerá nada.
No sentir nada debe ser maravilloso.
—¿Por qué estoy castigándote, Illumi? —pregunta madre luego del segundo latigazo.
—Porque grité —cae otro golpe y muerdo mis labios.
—Error.
Los errores suman más latigazos.
—Porque... dejé que mis emociones me dominaran.
—Muy bien, eres un niño tan inteligente. Quiero seguir estando orgullosa de ti.
Me llega otro latigazo y aprieto mis puños, apoyando la frente en la pared. Siento que me falta el aire y mis ojos pican.
—¿Por qué las emociones son malas?
—Por... porque nos hacen débiles... un asesino debe ser fuerte, por lo tanto... un asesino no debe tener emociones.
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Vidas cruzadas: redención [Illumi Zoldyck]
FanfictionIllumi ha perdido su Libertad y está dispuesto a todo con tal de recuperarla, sin importar quién se interponga en su camino. ¿Podrá conseguirlo? Secuela de Vidas cruzadas. Más entretenida, más retorcida y perversa que nunca. Esta vez ¿habrá final fe...