LXXX Un respiro

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Miro una vez más a Lucy, que sigue con esa risa nerviosa en su cara.

Mi padre biológico...

—Libi, Frank Rosselot es tu...

—¡Eso es absurdo, Lucy!

Una verdadera locura. Ya estoy harta de las locuras.

—Es cierto, Libi. Cuando él te vio en la autopista durante el accidente, empezó a sospechar que pudieras ser su hija y...

—¡¿Sospechar?! ¡¿Qué clase de hombre no sabe que tiene una hija?! No. No me lo digas. La clase de hombre que es capaz de tener amantes a las que les dobla la edad.

Esto es indignante y creo que me va a explotar la cabeza.

—¡Déjame explicarte! Frank es un hombre decente, yo me lancé sobre él...

—¡Y él te atajó feliz de la vida! ¿No? Ya me harté, Lucy. No quiero saber nada de padres, de follar, de Alicia, ni de Illumi, ni de nada. Se pueden ir todos a la mierda.

Necesito un respiro.

Entro a la oficina de K, sin avisar. Él se sobresalta y cambia rápidamente lo que se ve en sus pantallas.

—K ¿Puedes prestarme uno de tus autos? El que sea, no importa.

Él me da las llaves del Ferrari.

—Es mi bebé, Libi. No lo olvides, regrésamelo sano y salvo.

—No voy a lanzarme de un barranco, K. Tranquilo.

Inesperadamente él me abraza. Es un contacto de genuino afecto, tan reconfortante como abrazar a Lucy cuando no estoy enfadada con ella. A pesar del poco tiempo que llevamos juntos, nos hemos vuelto cercanos, buenos amigos.

—Te aseguro que voy a volver por más abrazos como éste —le digo, para que me deje ir por fin.

Lucy me sale al paso y es K quien impide que ella me siga. Llego al estacionamiento, subo al auto, oigo el ronroneo, piso el acelerador y lo dejo todo atrás.

~❁~

Narra Lucy

—¡¿En qué mierda estabas pensando, K?!

Libi está mal, no puede estar sola en este momento. Y ha dejado acá su teléfono.

—En que el volumen es inversamente proporcional a la presión —dice, tecleando tranquilamente en su computador.

—¿Sabes cuántas veces ha intentado suicidarse? Nadie se lo puede impedir ahora. —Lo sacudo de la ropa, sin creer lo que ha hecho.

¡Se supone que él es el listo!

—Ella es quien lo va a impedir, Lucy. Dale algo de crédito. Todos deciden por ella últimamente, se iba a hartar tarde o temprano. Ya verás cómo vuelve cuando se relaje.

¿Cuánto puede tomarle relajarse?

¡La espera me va a volver loca!

Me quedo viendo a K trabajar.

Almorzamos.

Él sigue insistiendo en que todo estará bien. Voy a su cama por una siesta, ya tengo los nervios de punta.

Son las nueve de la noche cuando me despierto. K está en su sala de descanso, jugando videojuegos.

¡Ella todavía no vuelve y él está jugando!

—K, ya es demasiado tarde, ella puede estar en problemas ¡Hay un psicópata persiguiéndola!

—Relájate, Lucy. Ella está bien —asegura, sin alterarse en lo más mínimo.

Vidas cruzadas: redención [Illumi Zoldyck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora