LIX ¿Demasiado tarde?

369 51 59
                                    

Estoy con Illumi en el asiento trasero del auto conducido por uno de sus mayordomos. Es difícil creerlo estando tan cerca de él, pero me siento muy relajada, como si fuera a dormirme en cualquier momento. Probablemente se deba a toda la tensión y el estrés de este día nefasto.

Si hubiera tenido más paseos familiares siendo niña, no viviría para contarlo.

"Sólo estoy aquí por Espi", me repito, entrando al ascensor de su edificio con él.

Se apoya en el fondo y yo me quedo cerca de las puertas. Luce cansado y abatido.

El penthouse está oscuro y silencioso. Vacío.

—¿Dónde está la niña?

—Con Karen, en otro piso —informa, sirviéndose un vaso con agua.

¿Por qué me dejó llegar hasta aquí si ella no está?

¿Por qué no ha venido Ariel ni los médicos?

—Voy... Voy a buscar a Espi.

Camino rápido al ascensor hasta que me sujeta del brazo, frenando mi huida. En segundos me acorrala contra la pared.

Sus ojos lucen ofuscados y aterradoramente oscuros, enmarcados por su ceño fruncido.

La mandíbula tensa.

La respiración agitada.

Igual que antes, cuando se enfadaba conmigo.

Y yo tiemblo, sin posibilidad de escape.

—Illumi... Por favor... —le suplico, al borde del llanto y de un abismo que amenaza con devorarme entera.

—Vamos a hablar... Tú no quieres escucharme... Y ahora lo harás.

¿Hablar? Yo puedo hacer eso.

—Bien... Hablemos, pero suéltame... Me estás asustando...

Él no cede en su agarre y ahora se acerca más aún, pegando su cuerpo al mío.

—P-por fa-vor...

Su fría mejilla roza la mía y las lágrimas empiezan a caer. Ni siquiera soy capaz de gritar, la voz apenas y me sale.

¿Por qué tuve que confiar en él?

—No quiero... que me temas... —susurra.

¿Entonces por qué haces estas cosas?

¿Por qué no me respetas y me hieres?

¿Por qué no me amaste como yo te amaba?

Apoya la cabeza en mi hombro, en un amargo y nauseabundo abrazo. Aprieto los ojos con desesperación por su siguiente movimiento, pero éste no llega.

Ya no se mueve y sus manos me aferran con menos fuerza.

—¿Illumi?

Ninguna respuesta sale de su boca en el silente penthouse, donde sólo se oye el latir de mi corazón y su respiración dificultosa.

Se ha desmayado. Creo que por eso se aferró a mí. Exhalo pesadamente y con alivio, pasándole un brazo por la cintura. Si me alejo de la pared él se caerá porque no seré capaz de sostenerlo.

Le registro los bolsillos en busca de su teléfono y llamo a Ariel.

Las puertas del ascensor se abren unos cuantos segundos después y es él, pero no viene solo.

—¡¿Qué está pasando aquí?! —exclama esa mujer, horrorizada.

La CEO.

—Se... Se desmayó —digo con nerviosismo.

Vidas cruzadas: redención [Illumi Zoldyck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora