XCII Adiós vacaciones

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Narra Llucy

Llego a casa de K para desayunar. Le traje de esos pastelitos que le gustan tanto. A cambio, él me cuenta que Libi se ha mudado de nuevo con Illumi. Mis gritos y maldiciones inundan su tranquila casa y lamento arruinar su desayuno. Cuando lo miro, veo que come tranquilamente un pastelito y quiero llorar.

—¿Por qué, K? ¿Por qué ella no puede ser feliz de una vez por todas? Debe haber estado desesperada para volver con él... ¡Maldito hijo de puta!

—Yo la vi bastante bien. Estaba preocupada por tu reacción. Necesita tu apoyo, no tus críticas.

—¡¿Apoyarla en esta locura?! ¡Esas mierdas con tanta azúcar te dañaron el cerebro!

—No tienes que insultarlos, no te han hecho nada. Además, la decisión que tomó Libi no fue sencilla. De hecho, probablemente sea la más difícil de su vida. Ella está siendo muy valiente al afrontar todos sus temores y vas a respaldarla.

Me gusta cuando se pone autoritario.

—¡Y si todo se va a la mierda, pues la ayudamos aunque nos vayamos a la mierda con ella! —afirma, golpeando la mesa.

—Yo me voy contigo a donde sea, K. —Me siento a horcajadas sobre él y beso sus labios, tan dulces y seductores.

Le quito la polera y sus gafas salen volando una vez más. Se venga embarrándome un pastelito en la cara. Saben bastante bien y que me limpie a besos, mucho mejor. Termino acostada sobre la mesa, teniendo un desayuno magnífico.

~❁~

Después de la fenomenal follada con el magnífico novio que tengo, me siento en condiciones de tener una tranquila y civilizada conversación con Libi. El mayordomo que está de turno en la recepción del edificio dice que ella no está, que salió a trabajar.

Eso es bueno, el puto no la ha encerrado todavía.

En el taller todos están de buen humor y trabajan muy animados. Libi tiene un excelente ambiente laboral aquí, tranquilo, cómodo, eficiente, con esos muros rústicos que le dan una onda algo salvaje y a Marcelo, que está como quiere. Y ese acento italiano tan seductor y moja bragas que tiene.

¡¿Por qué Libi no pudo fijarse en él?! Harían tan bonita pareja.

Quiero darme de cabezazos en la pared.

Voy hasta el segundo piso, donde trabaja ella. La puerta está entreabierta y me asomo en silencio. La observo desde atrás de unos bastidores. Por un momento, la visión de ella dibujando frente a un atril me transporta hacia el pasado. Una clase en el taller de la universidad. La felicidad de Libi cuando logramos entrar no tenía límites. Era una joven ilusionada y llena de sueños, alguien que jamás había tenido algo y que ahora podría por fin tenerlo todo. Y luego apareció el infeliz de Damien a arruinar sus planes. Y luego el infeliz de Illumi. Al cuadrado.

Y ahora, sus ojos tienen ese brillo que parece mágico y que la hace ver tan bella. Sólo hay dos razones que los hacen lucir así. O está inspirada o enamorada.

¡Por todos los dioses, que sea por el dibujo que está haciendo!

Me asomo por fin y su sorpresa es evidente. No está feliz de verme y el corazón se me parte. La invito a comer para que hablemos, hay mucho de que hablar. Necesito una reconciliación, extraño abrazarla y sentir la suavidad de su rostro y su aroma.

Cerca del taller hay un restaurante. Nos instalamos en la terraza.

—Entonces ¿Le diste una nueva oportunidad a Illumi?

Vidas cruzadas: redención [Illumi Zoldyck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora