LXVIII Expuesta

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Entre más veo la publicación, más me hundo en el abismante mundo de los chismes. Las redes sociales son la plaza pública donde los infelices desafortunados como yo, son apedreados al son del anonimato.

Al menos no hay mucha información sobre mí, además de decir que soy pelirroja, artista y que estaba follando con Illumi en el baño. Ha sido visto por ochocientas mil personas, tiene trecientos mil me gusta y ha sido compartido doscientas mil veces.

¡Sí que es popular el tal Klosse!

Lo peor son los comentarios, rebosantes de machismo.

Básicamente, Illumi es admirado como semental, porque tiene una relación con la CEO de las empresas Stummerforlands y abundantes amantes ocasionales.

Y yo soy una de esas amantes ocasionales, trepadora, caza fortunas y desvergonzada.

"¿Artista? Debe ser experta en artes manuales 😏", dice un mensaje.

"Yo le hago una obra de arte en el baño 😂"

"Que pruebe mi pincel cuando quiera 👄"

"Klosse, campeón. Te arriendo a mi hermana cuando quieras 😂"

"Puta desvergonzada. Lo que hacen algunas por dinero 😒"

"Ese es el estado del arte en nuestro país, se gana más vendiendo el culo 🤮"

Dejo de leer antes de ponerme a llorar. El teléfono tiembla en mis manos cuando se lo entrego a Marcelo. Siento como si de pronto hubiera sido desnudada y lanzada a la calle. Es tan humillante. Mi paranoia se dispara y no es absurdo pensar que cada persona que me mira, sospecha que yo podría ser esa pelirroja.

—Libi, debes estar tranquila. Hasta el momento, nadie sabe que eres tú.

—¡Las personas en la fiesta lo saben!

El ministro, el señor Strauss, Adam, Elena y un montón de gente del ambiente artístico y comercial.

—¡Esto va a afectar al taller! ¡Podemos perder nuestros socios! ¡Mi exposición se va a ir a la mierda!

Puedo soportar esos horrorosos chismes, pero si mi reputación se ensucia, cómo voy a recuperarme si afecta también mi trabajo. Me he esforzado tanto por llegar donde estoy y podría perderlo todo por una estupidez.

—Eso no va a pasar, Libi. La mayoría de personas que comenta son gente sin vida, envidiosos y sin una sexualidad plena —intenta reconfortarme Marcelo, sin mucho éxito—. A lo mucho, si se llega a hacer público que eras tú, nos va a servir de publicidad. Hay que ver el vaso medio lleno —agrega, encogiéndose de hombros.

Pide otra cerveza y yo ya no me aguanto más. Esto es por lejos lo más tragicómico que me ha pasado en la vida.

~❁~

Hazar conduce hacia el departamento en medio de la noche. Se me pasó la hora conversando con Marcelo, pero sirvió para relajarme luego de la bomba que me estalló en la cara.

Y lo peor pasó.

Entre la interminable lista de comentarios insidiosos, alguien publicó mi identidad. Mi fotografía, mi número de teléfono, el nombre de mi taller, que tengo una hija y la dirección de mi casa ahora son de dominio público. Al instante, mi teléfono comenzó a sonar. Decenas de mensajes de desconocidos llegaron de golpe y tuve que apagarlo.

Estoy acabada.

Las ganas de tomar a Espi e irme lo más lejos que pueda son intensas y pulsan en mi mente como el tic tac de un reloj. Antes temía de un acosador y ahora temo de todo el mundo. Cada persona que vio esa publicación y dejó sus comentarios odiosos, es un potencial acosador. Y sus ojos estarán puestos sobre mí y sobre lo que haga de ahora en adelante.

Vidas cruzadas: redención [Illumi Zoldyck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora