LVI Un paseo inolvidable

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"Pasaremos a las nueve por ti".

Fue el mensaje que me envió Illumi por la noche y en el que he estado pensando hasta ahora.
Tengo un auto. Puedo ir por mi cuenta al zoológico y encontrarnos allá, pero se negó.

Faltan unos minutos para las nueve y estoy siendo paciente por mi niña. Todo lo hago por ella.

Quería tener mi auto cerca por si tuviera que huir, pero me deja sin esa opción. No importa, no me sentiré acorralada, siempre puedo usar el transporte público.

Oigo una bocina y veo un auto negro en la entrada, como los que usa Illumi. Tomo la hielera con bocadillos y salgo, cruzando los dedos. Voy a andar con los dedos cruzados todo el puto día.

Me abre el portamaletas y guardo la hielera junto a otra que hay allí. Creo que él también pensó en el picnic.

Subo a la parte de atrás, para ir con Espi.

Y no está Illumi por ninguna parte.

—¡Mami, buenos días! —saluda ella desde su silla. Lleva un sombrero de ala ancha que se le ve muy bonito.

La abrazo y saludo a los demás. Ariel es quien conduce y Karen es la copiloto. Ha enviado a su "equipo anti crisis" por mí. Debe temer que este paseo se convierta en desatre tanto como yo y se ha preparado. Si ellos están cerca, podré sentirme más segura, a pesar de que trabajan para él y siguen todas sus órdenes.

—Voy a ver a las ardillas y a los hipopótamos y a los osos-zorros ¿Mami hay osos-zorros?

—No, cariño. Pero habrá osos y zorros, por separado.

—¡¿Los partieron por la mitad?! —pregunta con espanto y reímos de sus ocurrencias.

—¿Dónde está Illumi? —pregunto, deseando que me digan que tuvo algo que hacer y no podrá ir.

—Nos encontraremos con él allá —señala Ariel, acabando con mis ilusiones.

Llegamos al estacionamiento y ahí está él, apoyado en un auto, hablando por teléfono. Lleva gafas y viste de forma casual. Debo admitir que el infeliz se ve bien, al menos por fuera, porque por dentro es horroroso.

Deja el teléfono y recibe a Espi en sus brazos. Le acomoda el sombrero, acariciándole el rostro. Detesto que la toque con sus sucias manos.

—¿Te pusiste bloqueador antes de salir? —le pregunta—. La piel de las pelirrojas es más sensible a la radiación solar.

—¡Sí, papi! Huele a vainilla.

Él acerca la nariz a su mejilla y deposita un beso en ella. Espi sonríe complacida y se me revuelve el estómago.

—Y tú, Libertad ¿Te pusiste bloqueador?

¡¿Quién mierda se cree que es?!

Haciéndose el amable después de todo lo que me hizo. Sostengo mi mano con todas mis fuerzas para no hacerle un gesto obsceno con mi dedo y mandarlo a la mierda.

Me voy a cortar la lengua de tanto mordérmela.

Él le habla a Karen y ella saca de su bolso un pomo de bloqueador. No pienso usarlo.

—Mami, si no lo usas te saldrán pecas. Ni siquiera llevas sombrero.

Espi, no le sigas el juego.

—Yo creo que las pecas son lindas —digo con seguridad.

Illumi parece pensativo.

—Supongo que se te verán bien, sobre todo en los hombros —dice el infeliz, sólo porque se me ocurrió venir con una polera sin mangas.

Vidas cruzadas: redención [Illumi Zoldyck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora