LIII Desayuno

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Ignorando el temblor en mis manos vuelvo a la cocina. Cada movimiento que realizo es llevado a cabo de manera automática, mi cabeza está en cualquier otra parte. Deseo oír la voz de Alicia, pero hoy tenía una reunión importante y no quiero interrumpirla en su trabajo.

—Mami, te quitaste el cabello —se lamenta Espi, estirando los brazos para que la cargue.

Vuelvo a abrazarla con fuerza y le doy mi sonrisa radiante. No sé si siga viéndose igual, pero lo intento. Ella debe ver que ya estoy bien.

—Sí, me gusta ser pelirroja.

Se siente como una mentira monstruosa.

—A mí también —aclara, sujetando sus trenzas rubias—, pero también me gusta ser actriz.

Beso su frente subiéndola al banquillo para que corte las galletas.

—¿Así se ve una ardilla? No se parece a un conejito —comenta viendo el molde de ardilla que le traje.

—Claro que no, no sé en que estaba pensando Illumi cuando te dijo eso.

Con un molde de ardilla en una mano y uno de conejo en la otra, va dejando las impresiones en la masa a toda velocidad.

—Cuando vayamos al zoológico, tenemos que llevar a mi papi —dice al terminar.

Eso es impensable.

—Él... es una persona muy ocupada, no podrá acompañarnos.

Ella hace un puchero, pero tendrá que aceptarlo. Estar aquí es un paso para mí, pero salir con él y pasar el día juntos sería un salto en bungee. No estoy lista para eso.

No sé si algún día pueda estar lista.

Mientras las galletas se hornean, Espi se va a actuar para Karen en su habitación y me quedo lavando los utensilios que usamos. Han pasado casi cuarenta minutos luego del incidente y aunque no me he movido de la cocina, creo que lo estoy llevando bastante bien.

Oigo las puertas del ascensor y contengo el aliento. Se oyen pasos acercándose, lentos y firmes. Es un hombre y no es Ariel.

¿Alguna vez oí los pasos de Illumi?

"Soy un asesino, nunca sabrás cuando esté tras de ti hasta que sea demasiado tarde".

Eso dijo en una ocasión y siento que ahora es demasiado tarde con cada átomo de mi cuerpo. No quiero voltear y ver que está detrás de mí, observándome con sus espeluznantes ojos, no quiero seguir teniendo miedo de él.

"Él no quiere que esté asustada".

¿Por eso anunció su presencia dejándome oír sus pasos? Debió quedarse lo más lejos de mí si no quería atemorizarme, pero aquí está, en absoluto silencio, arrastrándome a la locura.

Giro levemente la cabeza y con el rabillo del ojo confirmo mi temor. Está allí, parado tras el mesón, esperando.

—¿Está... bien? —pregunto todavía de espaldas a él, buscando llevar la atención de nuestra conversación a esa mujer y no a mí.

—No —dice con serenidad y me aferro al lavaplatos cuando mis piernas flaquean.

Pero... Ariel dijo que ella estaba a salvo.

—El golpe fue muy fuerte para ella y...

—¡Cállate! ¡Cállate!... No quiero saber...

Se atreve a decírmelo, cómo puede ser tan despreciable y repugnante... Cómo pretende querer ayudar a Espi si es un jodido desquiciado...

Vidas cruzadas: redención [Illumi Zoldyck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora