LXIV Noche de fiesta I

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Subo al penthouse a desayunar con Espi. Esto de andar en ascensor me está molestando cada vez menos. En cuanto las puertas se abren, me llevo una sorpresa que casi me hace caer de espaldas.

—Buenos días, señorita Libertad —dice ¿Karen? Está parada junto al ascensor y me da una reverencia.

La miro maravillada y siento que se me caerá la baba en cualquier momento. Es Espi, que se ha disfrazado de la niñera. Tiene una peluca castaña que imita a la perfección la melena en punta y perfectamente lisa se Karen. Lo que más me gusta es el pequeño traje de mayordomo que lleva.

—¡Te ves hermosa! —la abrazo con fuerza, en un ataque de ternura.

—¡Señorita Libertad, eso es inapropiado! —se queja mientras le reparto besos por la cara.

—Déjame tomarte unas fotos. —Saco mi teléfono y ella empieza a posar, sin salirse del personaje.

Por el pasillo llega la verdadera Karen, con expresión de sufrimiento. Lleva una peluca del mismo tono del cabello de Espi y un vestido victoriano, que me recuerda a los que usa Kikyo.

—¡Por favor, sálveme! —me susurra con desesperación y no puedo más con la risa.

—Espi ¿Qué comiste para crecer tanto? —le digo—. ¡Tu busto es más grande que el mío!

Karen se cubre, avergonzada y lloro de la risa.

—¡Ni siquiera quiero imaginar lo que dirá el amo Illumi si me ve así!

Y como si lo hubiera invocado, él llega por el pasillo.

—Karen ¿Has visto mi maletín? Estaba en el... despacho...

Espi se apresura y se lo entrega.

—Aquí tiene, amo Illumi.

Él la mira, atónito.

—Amo Illumi ¿No le va a dar su beso de buenos días a la ama Esperanza? Se puso un vestido hermoso especialmente para usted —dice ella, con formalidad.

Esta niña quiere ver el mundo arder.

Illumi gira su cabeza lentamente como si no quisiera enterarse de lo que ocurre. Se queda viendo a Karen embobado y oigo a la pobre tragar saliva.

—Yo no estoy jugando —dice él, cogiendo su maletín para pasar raudo por mi lado, sin siquiera mirarme.

En cuanto las puertas del ascensor se cierran tras él, Karen suelta un suspiro.

—No es para tanto —le digo.

—¡Claro que sí! Por un momento, me sentí como usted.

~❁~

Me paso el resto de la mañana pintando en el taller. Estamos avanzando a excelente ritmo y me siento de buen humor. Hasta el momento, vivir cerca de Illumi no ha sido tan malo, aunque claro, apenas y nos hemos visto.

En mi cabeza siguen dando vuelta las palabras de Karen.

Se sintió como yo.

Le pedí explicaciones y terminé un poco abrumada. Ella dijo que se sintió acechada, como un blanco que tiene en frente un millar de flechas apuntándole y que no puede escapar.

—¿Por disfrazarte de Espi? —le pregunté.

—No, por ser pelirroja.

Ya sospechaba de antes lo del fetiche de Illumi por las pelirrojas, él siempre decía que mi cabello le gustaba y luego contrató a esa mayordomo pelirroja, y le gusta peinar a Espi, pero creí que era porque mediante el cabello me recordaba. Karen me dio a entender otra cosa.

Vidas cruzadas: redención [Illumi Zoldyck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora