LXI Decisiones apresuradas

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El sol está por ocultarse en el horizonte y conduzco a casa. Los reflejos dorados y anaranjados llenan el auto y su calidez me da sueño.

No dormí en toda la noche.

¿Cómo podría hacerlo si hay alguien amenazándome?

¿Quién? ¿Por qué?

No tengo la menor idea. Prácticamente no tengo vida social, apenas y salgo de casa para trabajar o visitar a Espi, no sé a quién pude haber hecho enojar.

Lo curioso es que la amenaza llegara justo luego de mi discusión con Illumi, pero él está descartado como sospechoso.

Las amenazas de muerte estilo Zoldyck deben ser mucho más sofisticadas y dramáticas que una piedra envuelta en una nota. Esto y el grafiti son demasiado ordinarios para él, además no tiene motivos. Lo último que ha estado haciendo es querer disculparse y acercarse a mí, pero le dejé bien claro que es inútil.

Por otro lado, mi paranoia me dice que él podría ser perfectamente capaz de hacer algo así con el objetivo de asustarme y de que en mi temor busque su ayuda.

Infeliz arrogante.

Ni aunque me estuviera muriendo le pediría ayuda.

Cuando me di cuenta de que no llegaría a ninguna parte pensando en quién podría ser el culpable, tuve que decidir qué haría luego.

Ir a la policía.

Era lo más lógico, pero si Illumi es el culpable, sería inútil y si no lo es, él terminaría enterándose y no quiero que lo sepa.

No quiero que use esto como otra excusa para acercarse a mí. Al menos agradezco que Espi no esté conmigo. Si ella también corriera peligro yo no dudaría en buscar la ayuda de ese infeliz, por mi pequeña haría lo que fuera.

Por eso no voy a rendirme ni dejarme amedrentar. Voy a prepararme y si hay alguien en algún lugar que quiere hacerme daño, no se lo voy a dejar fácil.

Es la tercera vuelta inútil que doy, esta vez alrededor del parque y espero, mirando el retrovisor. Un auto me ha estado siguiendo, estoy segura.

Avanzo y giro hacia la derecha, estacionándome en la esquina. En cuanto el auto aparece, bajo para encarar a quien lo conduce. Alcanzo a ver por breves segundos a sus ocupantes antes de que se den a la fuga, pero es suficiente.

Mayordomos.

~❁~

Llego a casa fastidiada a más no poder. Me he contenido de llamar a Illumi porque sé que voy a gritarle y a insultarlo y a mandarlo a la mierda... Y él tiene a mi niña.

—¡Infeliz hijo de puta! —maldigo, buscando las llaves—. Ojalá y te hubiera reventado con el puto auto...

—Libi.

Las llaves se me caen. Alicia ha regresado y está junto a mí.

El corazón casi me estalla.

—Hola, cariño —saluda con una radiante sonrisa.

Así que se acordó de que tiene una novia o lo que sea. Da igual, estoy que reviento de la ira.

—Hola.

Por fin entro y en cuanto cierro la puerta tras ella, corro discretamente la cortina para mirar fuera. Y espero.

Espero.

—Libi... ¿Qué pasa? Aún no está oscuro y tienes las cortinas cerradas ¿Crees que alguien te espía otra vez?

—Creer no, estoy segura.

Vidas cruzadas: redención [Illumi Zoldyck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora