V Alerta

502 60 17
                                    

Narra Illumi

Una vez que veo las luces de su cuarto apagarse, espero una hora y voy hasta allí.

No me detengo en su habitación, no estoy preparado para estar tan cerca de ella todavía. Podría cometer errores que no quiero repetir. Quiero hacer las cosas bien esta vez, por eso no puse cámaras en la casa, habría sido una invasión a su privacidad. Entro al cuarto de la niña.

No está dormida y eso no me extraña. Casi parece que me está esperando.

La primera vez que la vi sentí que era una usurpadora, ocupando un lugar que no le correspondía y quise quitarla de en medio. Ella atrae la atención de Libi y recibe un amor que debería ser para mí, pensé o para nuestros hijos.

Iba a asfixiarla mientras dormía, sin violencia, sin dejar huellas y que Libi creyera que fue una muerte natural. Le dolería al principio, pero se recuperaría. Yo la habría ayudado.

Sin embargo, la niña estaba despierta. Era pequeña y pelirroja; tan pálida y asustada como mis mascotas. Fue como si regresara al pasado, a esa época en que era un niño débil y perdido que se consolaba con juguetes humanos o a aquella noche en la carretera, cuando conocí a Libi bajo la lluvia y la quise para mí. Las ganas de lastimarla se desvanecieron, dejando en su lugar un profundo sentimiento de posesión.

Ella estaba sola y asustada, pero no de mí. Hay monstruos del pasado que la atormentan, igual que a Libi. Monstruos que la asustan tanto como para correr hacia un completo desconocido, que ha entrado en su casa sin invitación en medio de la noche.

Ahora ella me ve y sabiendo quién soy, corre igualmente a mis brazos. Se aferra con fuerza y sé que ha querido hacerlo durante todo el día, pero se contuvo para mantener mi disfraz. Es una buena niña.

Yo mantendré a los monstruos lejos para que duerma en paz y mi pequeña Esperanza pueda crecer tranquila y feliz.

Porque ella también es mi Esperanza.

Narra Libi

Hoy tengo una reunión con el director de una importante compañía y la niñera que usualmente viene a cuidar a Espi está enferma. No puedo suspender la reunión, pero tampoco puedo llevar a la niña conmigo. No sé qué hacer.

El timbre suena y es Alicia.

—Hola. Voy a preparar galletas para la cena y me preguntaba de cuáles le gustan a Espi para traerle —anuncia con una sonrisa.

Llega como caída del cielo. Ni siquiera debo pedírselo. En cuanto le comento mi problemática, ella se ofrece encantada.

—¡Voy a preparar las galletas aquí con Espi!

Sobra decir que la niña está feliz. Alicia ha traído un pequeño mandil justo de su talla y se ve maravillosa.

—Alicia, Espi tiene tres años. No la dejes sola en la cocina.

—Tranquila, cuidaré bien de ella —dice moviendo una silla para que la niña alcance la mesa.

—¡Puede caerse si se sube ahí!

—Yo no permitiré que se caiga.

—No dejes que toque nada caliente, puede quemarse.

—Libi, le daré un poco de masa para que se entretenga y luego cortaremos las galletas. Traje moldes de animalitos.

—¡Puede cortarse un dedo!

—Son de goma, Libi. Respira profundo, relájate y diviértete —dice apoyando sus manos en mis hombros.

Vidas cruzadas: redención [Illumi Zoldyck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora