LXXI Lo que deseas

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Espi ya se ha ido a dormir y converso con Karen en el bar del penthouse. No lo había visto, Illumi tiene mucho alcohol aquí.

Eso ya no me perturba, pienso con satisfacción, bebiendo el té de Karen. Anoche estaba ebria, pero no fue una recaída, no lo sentí así. No importa cuántos guiños me hagan las relucientes botellas frente a mí, con su delicioso contenido listo para ser saboreado, me mantendré firme y los ignoraré.

A menos que empiecen a hablarme. Si me suplican que las beba hasta dejarlas secas, no podré negarme.

—Una vez, cuando todavía estaba en la escuela, un chico dijo que yo lo perseguía, que estaba desesperada por él —cuenta Karen, intentando empatizar conmigo—. Yo lo ignoraba, tal vez por eso lo hacía o sólo era un idiota. Un día, dijo que yo le había mostrado los senos y pedido que los chupara.

Eso es repugnante.

—Incluso dijo que lo había besado y que mi aliento era terrible, pero que mis pechos sabían bien.

—¿Cuántos años tenías?

—Doce.

Yo me habría encerrado en alguna parte y nunca hubiera vuelto a ir a la escuela.

—Los rumores corrían, los chicos me acosaban y las chicas despreciaban. Los maestros no hicieron nada para controlar la situación y mis padres estaban demasiado ocupados con sus vidas. La escuela se convirtió en un infierno y mi vida en una pesadilla. Una noche, fui a la casa de este chico, lo esperé en la esquina y le pedí que aclarara todo y dijera la verdad de una vez. Él se río, amenazando con decirles a todos que yo se lo había chupado y que él había eyaculado en mi boca.

Hace una pausa, su mirada luce perdida en aquellos recuerdos del pasado que de seguro vuelven más seguido de lo que desea.

—Lo maté —confiesa, sin cambiar un ápice su expresión serena—. Había llevado el cuchillo más grande que hallé en la cocina, se lo clavé en el torso y lo arrastré hacia abajo, hasta que su cuerpo se acabó. Murió al instante y me pareció que había sido demasiado sencillo. Maravillada por aquello, fui por más, por los chicos que me acosaban y humillaban. Sólo me detuve cuando la policía me atrapó, pero me alegré de haber matado a cuatro imbéciles en una sola noche.

Trago saliva. Su historia es espeluznante. No debería sorprenderme considerando que trabaja para Illumi, pero ella parece tan serena y compuesta siempre, no la imagino teniendo un arranque de locura psicótica.

—¿Cuánto tiempo estuviste en la cárcel?

—Tres horas. El amo Silva justo estaba en la ciudad y al enterarse de lo ocurrido, consideró que tenía talento —cuenta, encogiéndose de hombros—. A mis padres no les importó, así que él pagó mi fianza, arregló el tema con la policía y me llevó con él para ser educada como mayordomo. Paralelamente, quise recibir formación para cuidar y educar niños siendo maestra. No deseaba que crecieran siendo cretinos como los chicos de mi escuela. En el fondo, también deseaba evitar que hubiera más chicas como yo.

Era una bella forma de hallar redención.

—Eso era lo que deseaba, pero no podía simplemente dejar a los Zoldyck después de todo lo que habían hecho por mí. Se lo comenté al amo Silva y dijo que intentaría acomodar mis horarios para que pudiera hacer ambas cosas. El amo Illumi llegó en ese momento. Dijo que yo trabajaría para él porque necesitaba de alguien que cuidara de su hija.

Illumi, arruinando los sueños de la gente desde siempre.

—Me hice a la idea de que así sería y postergué mis deseos. Sin embargo... usted perdió a la bebé.

Vidas cruzadas: redención [Illumi Zoldyck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora