XXX Declaración de guerra

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Ya perdí la cuenta de las veces que me he despertado con jaqueca. Un dolor de cabeza espantoso, náuseas, irritabilidad y una sed enloquecedora atormentan mi cuerpo después de que bebo en exceso.

Mi mente no se siente mucho mejor. La sensación de haber caído en un pozo oscuro y profundo me agobia y recordar lo que me llevó a beber, lo vuelve mucho peor.

Pensé que por fin podría ver a mi hija y me la han vuelto a arrebatar, tan cruelmente, tan despiadadamente.

Illumi jamás tuvo la intención de dejarme verla, todo fue parte de su juego.

Y yo sigo perdiendo. Jamás podré ganar, ni siquiera he podido abandonar la partida.

Otro fracaso de suicidio. Siento ganas de reír pensando que es la segunda pistola que pierdo en menos de un mes. El que me las vende estará feliz.

El único feliz en toda esta historia, junto con Illumi.

En el baño me deshago de lo que quedaba de alcohol en mi estómago y tomo algunas píldoras para el dolor de cabeza.

Mi rostro en el espejo luce tan horrible que siento ganas de llorar. Me prometí a mi misma no permitir que ningún hombre volviera a lastimarme y he fallado.

Dejé que ocurriera nuevamente, como si no hubiera aprendido nada, como si todas las cicatrices en mi cuerpo fueran gratuitas y no hubieran dejado una marca también en mi mente.

Dije que mi corazón se había cerrado al amor, pero traicioné mis convicciones y le abrí la puerta a una bestia, que no sólo me lastimó a mí, sino también a mi hija.

Permití que el miedo me dominara y dejé que Illumi volviera a tomar el control y me arrastrara por los caminos que su retorcida cabeza planea, como si fuera una marioneta.

Yo dejé que Alex lastimara a Espi, yo le cedí el control a Illumi y le entregué a mi hija, yo alejé a Lucy de mi vida.

Todo es mi culpa.

Esa mujer destruida, que me mira con ojos suplicantes y cuya fuerza se agotó, es mi creación.

Nadie más que yo la empujó al abismo y nadie más que yo puede salvarla.

La pregunta ahora sería ¿Me quedaré a ver cómo cae lentamente hasta perderse para siempre o aferraré su mano para traerla de regreso a la luz?

Arrastro mis pies hasta la cocina y me bebo un vaso lleno de agua. Como un dèjá vu, se me vuelve a caer cuando veo a Illumi aparecer frente a mí.

—¿Q-qué... Quieres?

—¿Qué quieres tú, Libertad?

Él sigue jugando.

—Quiero a Espi ¿Cuántas veces tengo que decírtelo?

—Pues no estás haciendo nada para recuperarla, sino todo lo contrario.

Deja un sobre encima de la barra de la cocina que nos separa. Lo tomo con cautela, sin perder el contacto visual.

Es una notificación judicial.

—Te demandé.

Parece que sigo un poco ebria.

—Ingreso no autorizado y daños a propiedad privada. Mi abogado te dará mayores detalles si los necesitas.

Vuelvo a leer el papel, sin creer lo que está ocurriendo. Rompí unas cuantas macetas, no recuerdo haber hecho algo más.

—¿Ingreso no autorizado a propiedad privada? Sólo llegué a la recepción y es un edificio de departamentos.

Vidas cruzadas: redención [Illumi Zoldyck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora