CXXVII Buenas madres

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—De chocolate con trozos de frutilla y salsa de chocolate como a mi mami le gusta —dice Espi, entregándome un pocillo con helado.

Un enorme pocillo repleto.

—Bebé ¿No crees que exageraste?

—No. Es para ti y para mi hermanito. —Me da un beso en la mejilla y luego uno en el vientre.

Mi vientre ya ha crecido y tuvimos que contarle. Le contamos a todos. Ya pasé la barrera de los tres meses, pero sigo cuidándome. No cantaré victoria hasta que el bebé esté en mis brazos. Hasta que Ankei esté en mis brazos. Ese es el nombre que escogimos para él.

—¿Necesitas algo más, mami?

—Yo la atenderé —dice Illumi, entrando a mi despacho—. Ve a jugar.

Espi lo saluda y se va corriendo.

—¿Te comerás todo ese helado? —pregunta él.

—Pedí un poco, Espi exageró.

Él se sienta tras de mí en el sillón. Sus manos empiezan a masajear mis hombros. Sus bienvenidas atenciones me hacen muy difícil seguir trabajando. Necesito buen pulso para dibujar. Al menos borrar en la tablet es más fácil.

—Abre la boca. —Indica. Me da una cucharada de helado.

Deja el pocillo en la mesa y sus manos van a mi espalda baja. He acumulado mucha tensión ahí y eso que mi vientre sigue siendo pequeño.

—Hoy es la cena de la cámara de comercio. Supongo que volverás tarde.

—No iré. No quiero ir sin ti.

—Illu, es un evento importante, deberías ir.

—Enviaré a un representante. Esas cenas son aburridas.

Imagino que lo son.

—Más tarde tengo clases.

—¿Sigues con eso? Yo tengo mucha experiencia y ya eres madre de Espi, no necesitas esas clases.

Comencé a tomar clases on line de maternidad responsable.

—No tuve a Espi de bebé, tengo muchas cosas que aprender. Además, hablo con otras madres. Ya que no saldrás, deberías unirte conmigo a la sesión. Algunos padres también participan.

—Me lo pensaré.

Sus manos llegan hasta mi vientre. Lo acaricia y besa mi cuello. Suelto el lápiz, así no se puede trabajar.

—Estos cinco meses se me han hecho eternos, Illu. —Lo beso, deseosa de sentirlo cada vez más cerca.

—Para mí han pasado demasiado rápido, debe ser porque me gusta verte embarazada. Habrá que tener al menos dos hijos más.

—¡Dios, Illu! Dame algo de tregua.

—No digo que lo hagamos una vez que nazca éste. Podemos esperar unos dos o tres años.

Si todo sale bien ahora, encantada de la vida le daré todos los hijos que quiera, siempre y cuando no sean más de cinco. También quiero tener una gran familia, pero no tanto.

Illu recibe una llamada y debe ir a resolver unos asuntos a su despacho. Por fin puedo volver a trabajar cuando se va. Termino el diseño para nuestra nueva línea de papelería y se lo envío a Lía. Empiezo de inmediato otro, tengo muchas ideas. La notificación de un correo me desconcentra. Lo reviso pensando que es de Lía. Es de una dirección que desconozco.

“Buenas tardes, Libertad

He visto las noticias sobre su exposición y creo que podría ayudarme. Estoy intentando contactar a Kristoff y ya que aparece junto a usted en una de las fotografías, pensé que podría facilitarme su número o su dirección. Soy su familia y necesito hablar con él urgentemente.

Vidas cruzadas: redención [Illumi Zoldyck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora