Capítulo 85

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NARRA MACARENA

Salimos de inmediato rumbo a la comisaría después que Castillo le había confirmado a Zulema que ya habían detenido a Sandoval y estaban a un par de minutos de llevárselo a la cárcel. Todos las pruebas habían estado en su contra, los exámenes que me realizaron con prontitud fueron de gran aporte para que se comprobara la culpabilidad de ese infeliz. Hoy después de mucho tiempo volvería a estar a su al frente y la verdad es que no sabía cómo lo lograría. Solo me daban ganas de yo misma matarlo con mis propias manos para que nunca más se atreviese a abusar de nadie en su puta y miserable vida.

Ni bien Zulema estacionó en la comisaría, me quité rápidamente el cinturón de seguridad y sin prestar atención a sus llamados, ingresé a toda prisa hasta donde sabía que estaría Castillo.

- ¿Dónde está?

- Macarena, te pido...

- ¡QUE ME DIGAS DÓNDE COJONES TIENEN A ESE INFELIZ!

- ¡Hey! Rubia, rubia, tranquila.- llegó Zulema.- Sí te alteras demasiado no te dejaran verlo, aunque personalmente creo que es lo mejor.

- ¡Pues se joden! Yo voy a verlo... Necesito verlo.

- Macarena, creo que lo mejor será que no ingreses. No estás bien.

- Lo siento mucho inspector Castillo, pero yo de aquí no me voy sin verle a su puta cara y escupirle por todo el asco que le tengo a ese hombre.

- Mira Macarena, te conozco, así como muchos casos similares a este y se que no será lo único que desees hacerle. Si Zulema se salvó hasta las justas de no ir detenida por lo que le hizo a Sandoval, contigo sería una doble advertencia que dudo no te perjudique.

- Amor.- Zulema me giró a verla de frente.- Vamos a calmarnos, ¿sí?

- Ni tú te lo crees.- me burlé por lo bajo sin que Castillo lo notara.- Se que al igual que yo quieres matarlo.

- Rubia.- me jaló a un costado.- Sí, quiero matarlo, pero este no es el lugar preciso ni correcto para decirlo. Pueden acusarte de cualquier cosa que le suceda a ese infeliz de ahora en adelante y no quiero que te alejen de mi ni que te hagan daño, ¿lo entiendes?

Ella tenía razón. Me estaba dejando llevar por el odio y tremendo desprecio que sentía por Carlos Sandoval. De nada habrían valido mis avances de todos estos meses si ahora lo echaba a perder cometiendo alguna estupidez. Ya lo tenían capturado y lo mejor sería dejar que la ley le haga pagar por lo cometido.

- ¿Rubia me escuchas?

- Zulema.- gritó Castillo.- Sí no se tranquiliza no la dejaremos ingresar.

- Vale, vale. Ya está todo bien, ya entendió.- me miró.- ¿No es así rubia?

- Sí.- me pasé el puño de mi mano por los ojos, sin saber qué estos estaban llorosos.- Sí, ya estoy tranquila. Lo siento.

- Joder, Macarena sólo tendrás cinco minutos, nada más que eso, ¿entiendes? Solo cinco minutos

- ¿Solo ella?

- No te aproveches, Zulema. Si las dejo a las dos, seguro que la cosa no acabará bien.

- Castillo, por favor. Mira cómo la he calmado, no pasará nada.

- ¡Me cago en tus putos muertos, Zulema!- renegó ya agitado.- Sí me hacen algo allá adentro, tan si quiera me tocan la punta del pelo... No me responsabilizo de que se queden detenidas. Las dos.

- Sí, sí. Entiendo.
- ¡Antoñanzas! Llévalas donde está Carlos Sandoval.

No creí que Zulema lo lograra, pero la verdad es que era dudar de sus capacidades.
Ingrésanos tomadas de la mano, caminando hasta una de las últimas celdas, donde por fin lo vimos. Estaba sentado con la cabeza agachada, aún sabiendo que alguien estaba a su al frente tras los barrotes.

Bajo hipnosis (Zurena AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora