Capítulo 64

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NARRA ZULEMA

Llevaba tocando más de seis veces y nadie abría la puta puerta, intenté forcejear la manija, pero nada. Le habían hachado seguro por adentro.

- Macarena.- me pegué a la puerta y la seguí llamando.- Maca, ¿estás ahí? Rubia, responde, por favor. No quiero interrumpir tu sueño, pero estamos muy preocupados por ti. No nos has respondido las llamadas ni mensajes.

Seguí golpeando la puerta, cada vez más fuerte, así como forcejeando para intentar abrirla. Estaba dispuesta a reventar esta puerta si nadie me la habría pronto. No me importaba si finalmente la rubia no se encontraba allí, pero tenía que ingresar a coste de lo que sea.

Miré a mi perímetro para saber si alguien estaba cerca, nadie, así es que me alejé de la puerta y le di una fuerte patada que terminó por abrirla.
A primera vista no vi nada más que una cama destendida y con algunas manchas que parecían ser sangre, por lo que decidí ingresar y fue entonces que todo mi interior empezó a alarmarse y mi corazón no dejaba de latir a un ritmo demasiado acelerado.

- Macarena.- me tiré a su costado.- Princesa, ¿qué ha pasado?

Rogaba con todo mi ser no escuchar aquellas palabras que reventaban en mi cabeza, por favor que no sea lo que pensaba.

- Rubia, contesta.- la agité por impulso buscando alguna respuesta, pero sólo la vi quejarse.- Lo, lo siento preciosa.

Le acaricié la mejilla, tratando de quitar aquellas lágrimas que caían por su rostro. No sabría por cuánto más aguantaría verla así, necesitaba saber qué cojones había pasado aquí y quién se lo había hecho. No descansaría hasta hacer pagar al miserable que la había dejado en esta situación.

- Te voy a cargar para dejarte en la cama, ¿vale?

- No.- la escuché hablar por primera vez con un hilo de voz, demasiado bajo.- No quiero estar ahí.

- Amor, preciosa.- hice que me mirara.- Estoy aquí, contigo, nada te pasará. Escúchame bien, tengo que revisarte que te encuentres bien.

No recibí ninguna respuesta a mis palabras, así es que la tomé delicadamente y la recosté muy despacio en la cama.

- Maca, ¿qué ha pasado?

- Quiero irme a mi casa.- empezó a llorar nuevamente y esta vez con mayor intensidad que al inicio.- llévame a mi casa.

- No puedo, primero tengo que revisarte. Además Román está en tu casa, se asustará si te ve de esta manera.- la tomé de la mano tratando de demostrarle que me tenía ahí con ella, para apoyarla en todo.- Primero trata de tranquilizarte un poco, te limpio las heridas que tienes en el rostro y nos vamos, ¿sí?.

Nuevamente se había quedado en silencio mirando a un punto fijo. Dirigí mi mirada hacia donde ella lo hacía y estaba un espejo, nos estaba mirando a través de él.

- Pequeña, veras que dentro de un rato ese ya no será tu aspecto.- intenté acercarme a darle un beso en la frente, pero movió su rostro alejándolo de mí.- Maca, no aguanto verte así. Joder.

Me levanté por impulso y golpeé a la pared de un puñetazo, a lo que ella reaccionó con salto en la cama. Mierda la estaba asustando más.

- Lo siento.- quería acercarme, pero loejor sería no invadir demasiado de prisa su espacio personal.- Iré por unas toallas húmedas.

La tapé con una sábana nueva e ingresé al baño, donde tomé un par de toallas de mano y las remojé recargándolas de agua tibia para regresar hasta donde Macarena. Seguía allí, recostada de lado aferrándose al agarre de sus piernas. Estaba enrollada como una pequeña a la que habían lastimado dejándola indefensa.

Bajo hipnosis (Zurena AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora