Capítulo 59

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NARRA ZULEMA

Se me había hecho imposible poder visitar a Macarena el día de ayer, pero ahora sí por nada del mundo me perdería ver esos hermosos ojos verdes que me tienen hipnotizada desde la primera vez que hice contacto con ellos.
Pensé decirle en mi mensaje que estaría de camino a su departamento, pero decidí mejor dejarlo como una sorpresa y sólo disculparme por mi ausencia. Ya estaba frente a la puerta principal, esperando a que la rubia me conteste por el intercomunicador.
Las ansias de tenerla a escasos centímetros míos me estaban descontrolando y de no escuchar su voz contestándome el llamado al timbre ahora mismo, sería capaz de romper esta puerta para llegar hacia ella.

- ¿Hola?

- Macarena, hola.

- Zulema, ¿eres tú?

- Por supuesto, rubia. ¿Acaso has olvidado mi voz?

- No, disculpa... Es solo que no te esperaba aquí. Ayer...

- Sí, ayer no pude, pero ahora estoy aquí.- respondí con una sonrisa en mis labios.- ¿Me abres?

- Cl-claro.- escuché el sonido de la puerta que se había abierto automáticamente por orden de la rubia.- Nos vemos arriba.

- Dalo por hecho.

Apresuré mis pasos hasta el piso de Macarena, y esta vez la puerta de su departamento ya estaba entre abierta, por lo que me tomé el atrevimiento de ingresar, sabiendo que lo más probable es que lo haya dejado así para mí.

- ¿Maca?

- Hola.- la vi asomarse desde su habitación.- Ahora salgo.

Un par de segundos después, la vi salir vistiendo un short y polo holgado que me permitían lograr describir a la perfección la figura de mi rubia. Llevaba en manos una bandeja de lo que supuse sería el desayuno que alguien había terminado, tal vez ella o el niño.

- ¿Y cómo está Román?- la seguí hasta su pequeña cocina.

- Bien, gracias.

- ¿Quieres que te ayude con eso?

La vi que empezaría a lavar los trastes y la verdad es que aunque yo en mi vida habré lavado algo, apenas un par de veces, ahora se me apetecía ayudarla, con tal de seguir cerca suyo.

- ¿Tú?

- Sí, yo.- la miré extrañeza.- ¿Por qué la pregunta?

- Lo siento, es que nunca me imaginé a Zulema Zahir lavando los servicios jaja

- Ah, así que graciocita, la rubia.- me acerqué tomándola desprevenida por la cintura, para empezar a hacerle cosquillas.- Vas a pagar por tu atrevimiento, Macarena Ferreiro.

Ambas nos empezamos a reír del momento. Yo por el comentario y las expresiones de la rubia, y ella por las cosquillas que no dejaba de hacerle.
Habíamos olvidado totalmente el tema de origen, que era sobre limpiar las cosas usadas, pero nosotras seguíamos ahí, sumergidas en nuestro propio espacio. La una muy cerca a la otra, casi con ninguna separación que nos haga volver a la realidad.
Aproveché que nuestros rostros se habían encontrado en uno de los tantos forcejeos que hacíamos, y la besé.

Un beso a un ritmo perfecto, ni lento ni rápido. Así estaba bien para las dos. Separé un poco los labios de la rubia, con ayuda de mis dientes que jalaban de su labio inferior, e hice contacto de su lengua con la mía. Estaba fría, refrescante como siempre. Toda mi vida recordaría a Macarena por aquello, ella podía estabilizar toda la calentura que pudiera tener embargada, tan solo con aquel roce.

Cambié la posición de mis manos, desde su cintura hasta el mármol del lavatorio, teniendo apoyada a Macarena contra este. No necesitaba nada más que esto, sin embargo, sentir sus delicadas manos en la zona de mi nuca, fue demasiado tentador como para pensar en si dejar todo hasta aquella instancia o no.
Por impulso, sin pensarlo con anterioridad, le di un último beso y llevé mis labios hasta su oído derecho, diciéndole.

Bajo hipnosis (Zurena AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora