Capítulo 118

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NARRA ZULEMA

¿Qué cojones hace Macarena aquí? Me quedé quieta mirándola, ahí junto al gilipollas de Unai, muy juntos para mi gusto.

- ¡Zahir, camina!

- ¡A ver, a ver!, ¿qué pasa?.- gritó el susodicho desde la otra zona.- Antonio, controla a las reclusas alborotadas y ya lleven a Zahir a aislamiento, yo ahora les doy el encuentro.

- A la hora que llegas, Unai. Te hemos estado esperando.

- Ya voy, tenia asuntos importantes.

"Importantes", y estaba allí con la rubia. En estos momentos no me importaba ganarme algún castigo de más, si es que tenía la oportunidad de dejarle las cosas claras a ese payaso que de lejos notaba su interés en Macarena.

La rubia se veía sorprendida, seguro de verme así, tan cambiada. Pues esta soy yo Macarena, una reclusa peligrosa... En eso es lo que me he convertido. Afuera de estas rejas quedó aquella imagen de la empresaria estrella del país, la mujer referente de los negocios, la dueña de la empresa más prestigiosa de España. Hoy en día no soy más que una reclusa complicada que no pierde oportunidad en irse a golpes con cualquier con el que se sienta amenazada.

Lo siento, pero me es imposible lucir un mejor aspecto. Las ojeras han de notarse, como casi nunca lo hicieron en toda mi vida, me cuesta cerrar los ojos hasta para dormir, porque siento que mi vida puede correr riesgo en cualquier momento. Nadie sabe para quien trabaja en este agujero, estoy solo yo, luchando contra cualquier cosa que me ponga el destino.

De reojo noté a la rubia impaciente jalando de la chaqueta a Unai, seguro estaría pidiéndole que me suelten, pero sería imposible. Las leyes de esta jungla están impuestas desde hace mucho, por más que una cara bonita como la suya venga a intentarlo, nadie podría quebrantarla tan fácilmente.

Estaba nuevamente en aislamiento. Me sentía tan familiarizada en este lugar, que no sentía más aquel tremendo frío que se coló hasta mis huesos la primera vez que ingresé a este lugar. Estaba todo en silencio, igual de asqueroso como siempre.
Me senté al borde de la cama para dedicarme a mirar a la pared, era lo único que podía hacer, concentrarme en mirarla tan atentamente que podría lograr perderme por un momento en algún pensamiento que me haga trasladarme fuera de aquí. No me importaba dónde, así sea en alguna discusión de mi pasado, cualquier cosa era mejor que verme  encerrada en este lugar.

El sonido de la puerta hecha por un grueso metal algo oxidado, volvió a traerme a la realidad. Quien estaba a mi al frente había cumplido su promesa, había venido a visitarme.

- ¿Qué quieres Unai?

- ¿Qué quieres tú, Zulema? Siempre lo complicas más.

- Ay.- suspiré fuertemente antes de recostarme hacia atrás.- Pues verás, quiero tantas cosas y a la vez no tengo nada.

- Ya, pero porque tú misma lo jodes todo.

- Vaya, tío. No sabía que eras el nuevo psicólogo de Cruz del Sur.

- No estoy de bromas... Macarena a venido.

Al mencionar el nombre de la rubia, volví a sentarme tomando una postura más recta y sería. La había visto, pero no sabía que cojones era lo que hacía con este tío.

- ¿Ya se fue?

- Eso depende.

- ¿Depende de qué?.- cada vez mi mentón se alzaba más y mi espalda se podía en ángulo recto.- Habla claro.

- De que aceptes verla.

- Pero estoy en aislamiento, lo tengo prohibido todo.

- No si yo te lo permito.

Bajo hipnosis (Zurena AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora