Capítulo 103

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NARRA MACA

Al día siguiente Zulema no mencionó nada de lo que había hecho o a donde se había ido la noche anterior, por lo que yo tampoco quise sacar el tema a relucir a pesar de la enorme curiosidad que tenía. Debía de tratarse de una salida para la distracción de la gitana, a la pobre se la veía desmotivada al igual que a rizos, pero la expresión de la primera era demasiado notoria. Esta primera experiencia suya en el amor había terminado siendo una total mierda.

- Bebé.- ingresé a la oficina de Zulema.

Hoy hice todo lo posible para llegar temprano a casa y compartir con ella el poco tiempo que teníamos en el día, pero la morena se la había pasado encerrada en su oficina desde la tarde, sin siquiera salir a cenar.
Me veía obligada a ingresar a aquel lugar y sacarla así fuera un por un momento, deseaba pasar más tiempo con ella y tal vez así olvidar esas ideas de anoche.

- Zule.

- Ahora no, rubia.- respondió sin despegar la vista de sus papeles.- Estoy muy ocupada.

- Amor, pero ni has cenado.

- No tengo hambre.

- Bebé.- giré su silla para que quedara al frente mío.- Distráete un momento y luego sigues, ¿vale?

- Maca.- se tomó la cien.- De verdad que no puedo.

- Zule, mi bebé escorpión.- me senté encima suyo colocando cada pierna a un costado, intentando persuadirla.- Te ves estresada, ven, sal un momento de aquí que nada pierdes, o tal vez yo te puedo ayudar en lo que estás haciendo.

- Hostias, rubia no estoy jugando.

Me tomó de la cintura y me dejó parada a pocos centímetros suyo, mientras ella iba a abrir la puerta. Se quedó allí unos segundos y al instante comprendí lo que quería decir. Me estaba pidiendo que me retirase dejándola sola. Joder, esta tía estaba con la regla o qué, andaba con un carácter de elfo del puto infierno que por más que la quisiera tanto, yo no iba a aguantármelo más.

- Ya estoy harta, Zulema.

- Macarena, no me toques los cojones y por favor déjame sola.

- ¿Y qué es eso tan importante que estás haciendo, eh?, ¡Ah, espera! Jaja.- me burlé.- Seguro andas como loca con lo del jodido juicio.

- Pues sí, tía. Estoy con eso, ahora sí tanto me quieres ayudar, por favor déjame que tengo mogollón de cosas por hacer.

- Zulema.- acorté nuevamente la distancia entre nosotras.- Que no lo vas a perder, entiéndelo. Ya tienes todas las pruebas a tu favor.

- No todas.

- Coño, tía que solo paras metida en ello o con Saray, ya casi no tenemos   tiempo para nosotras.

Era verdad, al menos para mí todo lo dicho era cierto y por fin lo había expresado. Creí que la morena diría o haría algo al respecto, pero no fue el caso.

Sin más ganas de querer estar en ese lugar, salí de su oficina al instante.

- Altagracia.- la llamé antes de subir a la habitación.

- ¿Ya van a cenar?

- No, guarda la comida o que se yo. Me voy a descansar.

- ¿Pero tú tampoco, Maca?

- No, se me quitó el apetito.

- Vale, dejaré la comida en el refrigerador por si luego deciden lo contrario.

- Gracias.

Llegué a la habitación que compartía con Zulema, su habitación. No me comportaría como una niña berrinchuda que cada que hay problemas juega a cambiarse de habitación, me quedaría a dormir aquí. Si a Zulema le incomodaba mi presencia y quería que me vaya, pues solo así lo haría.

Bajo hipnosis (Zurena AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora