Capítulo 26

1.2K 113 80
                                    


NARRA ZULEMA

Llevaba toda la puñetera semana metida en reuniones por doquier. Se venía un posible negocio tentador que me obligaba a estar pendiente de él todo el día. Debía salir con luz verde para finales del mes y todo estaba en mis manos. Encargué a Saray que me apoyara haciendo seguimiento a los demás pendientes de la firma, mientras que yo necesitaba estar focalizada netamente en las evaluaciones del proyecto.  Zahir firm iba a extender una nueva rama de servicio especializado. Me interesaba mucho que saliera, pero también debía de cerciorarme que tenga una visión a futuro y no vaya a irse a pique de acá a un tiempo.

Lo que más me molestaba de esta situación era no haber podido cumplir con mi palabra y haberme comunicado con la rubia. Por mi orgullo decidí recién hablarle unos días después y justo me cayó toda esta carga laboral. A pesar de ello, no dejaba de pensar en Macarena. Dios, sus labios. Moría por volver a besar aquello fríos labios. Me estremecía de tan solo recordarlos, esa mujer era frío, mientras yo era puro calor.

Decidí darme un pequeño descanso y dejar por al menos un momento esta oficina. Necesita verla de una vez.
Bajé al sótano y le dije a Gonzalo que hoy no me llevaría al Oasis. Saldría un momento con mi auto.

Manejé a tal velocidad hacia la universidad de la rubia, que había superado mi propio récord. Llegué en menos de quince minutos. Estaba dudando si ella aún seguiría ahí, veía que todo estaba apagado. Sin embargo me acerqué a los de seguridad y les dije que venía a ver un tema en rectorado, conocía a Miranda y seguro aún no se iba.

Efectivamente, me dejaron pasar. Me dirigí un momento a saludar a mi amiga y tras una corta plática me despedí. No recordaba exactamente dónde estaba el salón de la rubia, pero al parecer ya no había nadie. Sin embargo, seguí caminando guiada por una luz que se iba incrementando a medida que avanzaba hacia ella.

Escuché música, era bachata. Si bien no era mi costumbre salir a bailar, conocía de todos los géneros y este en especial me fascinaba.
Llegué cerca de la puerta del auditorio donde pude ver a una pareja bailando muy pegada y sensualmente. Era la rubia con un chaval que desconocía hasta ahora. Me vinieron unas enormes ganas por separarlos, a como de lugar, no soportaba verlos así. Pero Zulema la masoquista decidió quedarse mirando todo el baile.
Aunque fuera imposible, busqué concentrarme únicamente en los movimientos de Macarena. Se la veía tan relajada, fuera de todo lo estuviera pasando a su alrededor. Se dejaba llevar a tal punto que diría que su cuerpo tenía vida propia.

La música terminó y todos espesaron a aplaudirlos. Si estuviera allí haría lo mismo, la rubia bailaba espectacular. Supuse que aquello era el fin de la clase o lo que fuera que estaba haciendo allí, por lo que me retiré de la zona aún sin ser vista.
Caminé un par de pasos más, donde nuevamente ya no había casi nada de luz y me quedé esperando a que Macarena pasara por allí.

Como lo había pensado, la rubia venía caminando apurada con su mochila al hombro y una toalla pequeña aún en mano. Aprovechando la escasa luminosidad, me puse a su delante ocasionando que ambas nos topemos.

- Zulema.- estaba agitada.- ¿Qué haces aquí a estas horas?

- Ven. Nos tenemos que ir.

La tomé de la mano y empecé a caminar un poco más adelante que ella.
Pareciera que recién a los segundos reaccionó, ya que me detuvo y se soltó de mi agarre.

- No me has respondido.- se colocó la mochila en ambos hombros.- ¿Qué haces aquí?

- He venido a buscarte. No recordaba dónde está tu salón ni vi a nadie más, así es que avancé y te encontré.

Bajo hipnosis (Zurena AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora