Capítulo 115

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NARRA ZULEMA

- Ya está Zulema.- bajó la mujer de la cama de arriba con las pocas cosas que mantenía en este agujero.- Listo.

- ¿Y tanto para eso?.- le hablé jugando con una pequeña pelota entre mis manos, mientras fingía no mirarla, pero la verdad es que lo hacía de reojo.

Estaba parada al otro extremo de la cama vistiendo tan correctamente este asqueroso mono amarillo. La chaqueta y el pantalón bien planchados, el primero con todos los botones en su lugar. Topito llevaba consigo una pijama, su almohada, y unas revistas que seguro sería lo más divertido que encontraba aquí.

- Bueno, dejaré esto a un costado.- señaló sus cosas.- Digo, si no te molesta.

- ¿Dónde estuviste antes que no te vi por aquí?

- En el baño.

- Joder, ¿Acaso toda la noche de ayer te la pasaste  meando en el baño?

- ¡Ah! No, no. Estuve en aislamiento.

- ¿Qué es eso?.- pregunté haciéndome la indiferente, mientras me paraba a acomodar mis cosas nuevamente arriba. Topito me había cedido la cama de arriba y ahora ella pasaría a la de abajo.

- Pues, verás tía, por si acaso no estoy orgullosa de ello, eh... Pero es al lugar que te llevan cuando...

- ¡Largaos!

- ¿Cómo?

- ¡Largaos de aquí las dos! Quiero estar sola con mi amiga.

"Amiga", coño no iba ni una semana aquí y ya no aguantaba a esta gorda de mierda. Esa tía con la que venía seguro que no era ninguna amiga, simplemente alguien a quien se iba a follar y ya. Era totalmente repugnante lo que hacía, pero lo peor me parecía ver que aquí nadie hacía nada por pararla.

- Me largo.

- Espera Zulema, yo voy contigo.

- Ni te atrevas.- le dije mientras salía del lugar sin mirar atrás.

Recorriendo por primera vez los rincones de esta ratonera, llegué hasta el patio donde las presas se agrupaban para hacer diferentes cosas, un poco de deporte, algo de baile, fumar y hasta pelearse. Joder, esto era una verdadera mierda.

Opté por sentarme en las gradas que estaban al costado de la cancha de baloncesto, procurando estar lo más alejada posible de todas ellas. La verdad es que no sabía qué hacer, ni de coña me acercaría a alguna de ellas, por supuesto. De eso era lo único que sí podría estar segura.

Dejé pasar el tiempo de aquella manera, solo viendo hacia al frente sin hacer nada más. De los fuertes rayos del Sol, el panorama pasó a uno mucho mejor, el atardecer. Joder, no dejaba de recordar lo hermoso que se veía aquel momento. Desafortunadamente aquí no se podía ver mucho gracias a las altas barreras de seguridad en donde estaban parados algunos de esos payo rangers vigilando que nadie se escape.

Una nueva alarma resonó por todo el lugar para hacer que todas abandonaran las zonas exteriores y regresen a sus celdas, hice lo mismo, pero siendo la última en ingresar.

Ahí seguía la gorda con su "amiga", ambas recostadas en la cama de la izquierda. Pasé de ellas subiendo directamente a la mía sin pronunciar alguna palabra.

Bajo hipnosis (Zurena AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora