Capítulo 41

1.1K 114 373
                                    


NARRA ZULEMA

Estos días alejada de la rubia me habían hecho entender que para poder dar por finalizado lo que habíamos tenido, lo mejor sería que así como yo se lo propuse, yo misma me apersone ante ella y lo termine. Pero hacer aquello no era tan fácil como decirlo, no era mi intención lastimar a Macarena, sin embargo, no podía dejar de imaginar cómo ha de estar sin recibir noticias mías, lo que estaría pensando de mí. Se había animado a enviarme cientos de mensajes e incluso a llamarme, pero mi único modus operandis era esquivarla lo más posible. Lo mejor que podía hacer era dejar ese estúpido comportamiento de ocultarme tras un aparato telefónico y hacerle frente a la situación.

Han sido días verdaderamente agotadores, entre el trabajo y la cabeza martillándome por pensar en qué era lo más correcto a hacer con respecto a lo mío con la rubia, mi cansancio mental y físico me estaban pasando factura.
A penas podía mantener los ojos abiertos para seguir conduciendo. No eran más de las ocho de la noche, pero lo único que necesitaba era ya estar metida en mi cama dejándome vencer por el sueño.

Como ya me era de costumbre, estacioné el auto a una distancia prudente de la cochera del hotel. Apagué el motor y reposé mis brazos en el volante para descansar un momento,  después del largo trayecto que había conducido. Sin duda, tendría que avisar a Gonzalo que lo necesitaría mañana puntual desde muy temprano para que me movilice, estaba demasiado cansada como para volver a hacerlo en días.
Después de unos segundos allí, finalmente decidí salir del auto rumbo a mi suite, no obstante, más pudo mi curiosidad por saber si lo que acaban de ver mis ojos era cierto o no, así es que me quedé en el interior del deportivo e hice mi mayor esfuerzo por buscar alguna diferencia entre la chica que estaba viendo besándose con un chaval y Macarena.

Era imposible encontrar algún indicio que no dijera que se trataba de ella, porque lo era. Esa joven que estaba a unos metros mío, besándose con un chaval, era la rubia. Macarena. Se acaba de separar del hijo de puta ese que aún no se le veía el rostro, pero imaginaba de quien ha de tratarse y lo que más me consumía era que ella parecía estar sonriéndole, la muy cínica se había estado viendo con el tal Fabio y yo sintiéndome mal por como la trataba.

Joder, me estaba consumiendo de la furia hacia esos dos. No podía salir del auto en estos momentos, tendría que esperar hasta que desaparezcan. Para mi suerte, no volvieron a besarse y la conversación que fuera la que tenían, ya se había terminado. Macarena subió a la camioneta del chaval ese y más rápido de lo que me demoraba en contar hasta diez, ellos ya estaban fuera de mi vista.

Si llegaba con ganas de no abrir los ojos hasta el día siguiente, pues ello, bien ya se había cambiado. No podía pegar los putos ojos de tan solo ver proyectados a mi al frente a esos dos besándose. Pero si yo había visto que Macarena estaba desarrollando sentimientos hacia mí, no era posible que esté enrollándose con el gilipollas ese. ¿Y si la volvió a besar a la fuerza?, no. Imposible porque ella le sonrió y parecía a gusto a su lado.

- ¡Joder!.- tiré lo que tenía en la mesa de mi habitación.- Tengo que hablar con ella. Pero así no, no puedo demostrarle lo que me ha afectado verla con ese idiota.

- ¿Zule?.- era la gitana tocando mi puerta.- ¿Todo bien?

- Sí, todo bien.

- ¿Y ese ruido de hace un momento?

- Se me cayeron las cosas, estoy muy cansada. Ya me acuesto.

Bajo hipnosis (Zurena AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora