Capítulo 56

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NARRA ZULEMA

No puedo negar que la impaciencia me carcomía el cerebro. Quería tener nuevas noticias de la rubia, si es posible de primera mano y que vengan personalmente de ella.
Le había dejado muy en claro mis intenciones y que esta vez iba muy firme y en serio. Lógicamente ella buscaba a toda costa negarse a sucumbir a esos sentimientos recíprocos hacia mí, pero justamente yo iba a por ello. Mi plan debía funcionar, toda esta impaciencia que acumulaba en mi interior debía valer la pena

- ¿Zulema?

- Dime, Altagracia.

- Tienes una llamada de la señorita Martín.

- Altagracia.

- ¿Sí?

- ¿Te has dado cuenta que ya me hablas tuteando, con confianza?

- Oh, sí. No lo había notado...

- Fue lo que te pedí, no te preocupes. Está todo bien, más bien con quien no creo que lo esté es con la señorita que está de la otra línea del teléfono.

Salí de la sala de estudio siguiendo a Altagracia. No sé cuál era el motivo por el que Helena ahora llamaba a mi casa, ella sabía perfectamente que aquí no tenía que comunicarse para nada. Todo sería a través de la oficina.

- Aló, Helena.- contesté

- Zulema, ¿cómo estás?

- Sinceramente, consternada. ¿Cómo es que me llamas a mi casa?

- Bueno, pedí tu número en la empresa.

- Helena, este es mi lugar privado, te suplico que no me contactes aquí. Lo que sea que tengamos que hablar será en la misma oficina, nada más.

- Zule...

- Zulema.- la corregí.

- Zulema, bien. No entiendo qué es lo que te pasa, pero bueno, te llamo porque se trata de los negocios.

- Te escucho.

- Me ha contactado por mail un posible cliente de números muy importantes en el mercado, espero que no te moleste el haberle propuesto tener una reunión presencial.

- No, para nada. No te negaré que me intriga saber más de ese cliente, pero me hubieras dejado el mensaje con mi secretaria.

- Zulema, no entiendes. Esta asociación que tenemos es lo primordial y quieras o no tenemos que trabajar juntas.

- No he dicho lo contrario Helena.

- Pues parece.- escuchaba cierta molestia en su voz, así es que ya no seguí más con la pequeña discusión que teníamos, de lo contrario terminaría por explotar con ella.- En fin, el cliente está interesado en nuestro servicio. Quiere que programemos una reunión lo más pronto posible.

- ¿Y lo más pronto es...?

- ¿Cómo está tu agenda el día de hoy?

- Vale, vale, vale. Nos vemos dentro de dos horas.

Tenía todo menos ganas de ver a esta tía, pero bueno, eran negocios y este apenas iniciaba, así que debía ir con todo.

Regresé a mi estudio y busqué uno de mis libros favoritos, Fausto. Desde hace tiempo había perdido la cuenta de las veces que he leído este libro, pero nunca me cansaría de hacerlo. Lo tomé y me lo llevé a mi dormitorio.

Bajo hipnosis (Zurena AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora