Capítulo 97

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NARRA ZULEMA

El miserable de Karim había fugado sin ser lo suficientemente valiente para decirme a la cara todo lo que me había ocultado.
En su última carta escrita a puño y letra por sí mismo, me decía lo decepcionado que estaba de su única nieta, pero que aún guardaba la esperanza de que lograse recapacitar, porque de no ser así, las cosas acabarían como -según él- debían de acabar. Tomaba sus palabras explícitamente como una amenaza, sabía que lo eran.

No decía cuándo, pero confesaba que volvería dentro de un tiempo, según él; esperando encontrarse nuevamente con esa joven a la que crió como a su propio hijo. Quería jugarme a los sentimientos, hacerme saber quién había sido él en mi vida y la gran importancia que tenía, pero se olvidaba de algo. Que al haberme criado a su idea de lo que era la perfección, me había enseñado a actuar sin involucrar los sentimientos, por lo que su intention de persuadirme era en vano.

Esta situación sumada a la pelea con Macarena me tenia la cabeza hecha un lío, no podía concentrarme en el trabajo ni en nada de lo que quisiese. No me gustaba estar así con la rubia, habían pasado los días sin dirigirnos más que un cordial saludo y pasarnos las cosas en la mesa cada vez que coincidíamos en la cena.

El abogado me estaba contando de los detalles sobre lo que sería el juicio contra Helena y los padres de Macarena, debía estar concentrada de lleno a ello, puesto a que a pesar que creyésemos que las cosas iban a nuestro favor, debía seguir recolectando todas las pruebas posibles de los actos cometidos principalmente por mi ex socia, así poder ganar el juicio en una primera instancia.

- Zulema, ¿me escuchaste?

- ¿Cómo decías?

- Te preguntaba si hay algo más que consideres para sumar en la denuncia a Helena. Ya tenemos el fragüe en contra tuya y de la Firma, lo que involucra lo profesional y personal, pero necesito saber si hay algo más, si eso es todo, creo que podemos continuar netamente con la recolección de las pruebas para luego seguir con el diálogo de la defensa.

- Sí, eso es todo. Todo lo que te he contado ha sido tal cual han ocurrido las cosas. Si te parece, ¿podemos dejar esta reunión hasta aquí por hoy?.- me levanté para invitarlo a retirarse.

- Claro, estaré trabajando en el bufete por si necesitas algo.

- Gracias.

Sabía de la importancia a darle a este asunto, pero en este momento sólo deseaba saber cómo lograr que Macarena volviese a hablarme. La había jodido muy mal, y lo recordaba cada vez que veía pasar por aquí a ese chaval, el Simón. Iba por allí todo avergonzado con un tremendo moretón que aún se le notaba en el cuello. Es que lo había sujetado con todas las ganas de estrangularlo para que jamás se le ocurriese acercarse a mi rubia, y al final había quedado como una completa flipada por lo ocurrido.
Sabía que debía de disculparme con el chaval, pero hasta ahora no lo había hecho. A pesar de mi cambio, seguía siendo una persona algo orgullosa a quien le cuesta andar disculpándose con el mundo. Es que yo siempre creía tener la razón, pero todo parece ser que cuando se trata de la rubia soy la que salgo perdiendo.

- Joder.- saqué el celular que vibraba en mi bolsillo.- Número desconocido, quien cojones será.

Rechacé la llamada, y lancé el celular lejos hacia el sofá, intentando  retomar con algo de trabajo, ya que al parecer últimamente nada se me daba bien, ni pensar en cómo solucionar mi pelea con Macarena ni los de la empresa.

- ¿Zule?.- escuché el llamado de la gitana al otro lado de la puerta.- ¿Andas ahí?

- Sí, pasa.

- ¿Cómo estás comadre?

- Pues no se, ahora mismo sorprendida.

- ¿Y eso?

Bajo hipnosis (Zurena AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora